sábado, 16 de abril de 2011

Ex libris (VIII)




Al otro lado

Hace tiempo que andamos y tenemos,
corazón, esa pena que ocultamos.
Hace tiempo que andamos y que andamos.
Y es inútil mirar, porque no vemos.
Hace tiempo que al tiempo le tememos
porque el rastro de amor que tanto amamos
no sabe del reposo que buscamos.
Y luz más alta y otro amor queremos.
Hace tiempo que ya nos entregamos…
(sobreviviendo, corazón, cantamos
para ver si en silencio florecemos…)
¡Ay, estrella sin luz, barca sin remos!
El fin no será el fin mientras no demos
nuestro madero al mar, si naufragamos.



Tarde de la vida

Se dice que en el tiempo se modera la sangre,
se destiñen las horas, como nuestras cabezas,
y se aclaran los ojos, la mirada se angosta
para mirar más lejos, más lento, más seguro.
Es verdad. Son los años… (y manos que tantean
melancólicamente un almohadón sin dueño,
una pipa quemada, el lomo de unos libros,
un cuadro, un alfiler de corbatas raídas…)
Es verdad, son las horas que tan breves se alargan,
sentados como estamos al costado del tiempo,
a la orilla del aire, viendo pasar la historia.
Y se dice que, a veces, el final del combate
inquieta y estremece, nos abate y rebela,
haciendo que olvidemos más allá de la muerte.