lunes, 16 de mayo de 2011

(Mientras... IV)

He aquí, carissimi tutti, que cuando uno está muy ocupado, debe perder algo de tiempo.

Por eso.

Italia sin dialectos no sería Italia, digan lo que dijeren los detractores de la inconmensurable variedad creativa del homo italicus.

Es el caso de esta canción que canta Francesco Guccini, en el dialecto modenés natal: La ziatta.

Originalmente, es conocida canción en catalán (ah, no..., no me voy a meter en los líos de las lenguas del Levante español, que para eso están ellos...) y la canta Joan Manuel Serrat, que es su autor, además.

Habla de una tía vieja y soltera (-ona es la desinencia debida): La tieta.
ver

La ziatta
Modenés

A la desterà al veint
con un colp al persian
l’è acsè lèrgh al sòo let
e i linzòo fradd e grand
tòt dò i oc’ mez e srèe
zercherà n’ètra man
sèinza catèr nisun
come aièr, come edman
Al so stèr da per lèe
l’è un sò amigh da tant’an
ch’a l’ ch’gnass tòtt i sòo quèl
fin al pighi dla man;
la scultarà al gnulèr
d’un gat vec’ e castrèe
ch’a gh’ dòrm inzèmma a i znoc
d’invèren tòtt al dè.
Un breviari apugièe
in vatta a la tulatta
e un gaz d’acqua trincèe
quand a s’lèva la żiatta

Un spec’ vec’ e incrinèe
a gh’arcurdarà pian
come al tiemp l’è pasèe
come in vulèe via i an,
e gl’insaggni dl’etèe
per al stridi i s’ sèn pèrs,
quanti rughi ch’a gh’è
e i oc’ come i èn divèrs.
L’a gh’ butarà un suris
la purtinèra ed ca’
per l’urgói cg’ a gh’la lèe
perché a gh’ fa bèin i fat;
tòtt i dè fèr l’istass
ciapèr al filibùs
per badèr ai tragatt
d’un avuchèe nèe stóff,
cun al quèl an andrèe
l’aviva fat la “stratta”
ma tant tèimp l’è pasèe
ch’a n s’arcorda la żiatta.

Lèe ch’l’ha sèimpr in piò un piat
quand ariva Nadèl,
lèe ch’la ‘n vòl mai nisun
se un dè, a chès, l’a s’ sèint mèl,
lèe ch’l’a ‘n gh’ha gnanca un fióo
sol quall ed sóo fradel,
lèe ch’l dis: “L’a ‘n va mel!”
Ch’l’a dis: “A fagh tant bè!”
E la dmanga del Pèlmi
la cumprarà a sòo anvod
un bel ram longh d’uliv
e un pèr ed calzatt nóv
e po’ in cesa tótt dóo
i faran come al pret
e i pregherai Gesó
ch’a l’va a Gerusalem;
po’ a gh’ darà soquant franch
de mattr’ind ‘na casatta
perché a s’ dèv risparmièr
com la fa lèe, żiatta.

E un dè a s’gh’ha da murir
com’ piò o meno i fan tótt,
cun ‘na frèva da gnint
l’andrà in cal póst tant brótt;
l’avrà bele paghe
un prèt ch’a s’sèint a póst,
la casa, al funerèl
e la Massa di mort,
E i fior ch’i andrai andrèe
al sóo trèst suplimèint
i èn cal cosi che pass
a l’ se scorda la zèint;
a gh’ resterà po’ i fior
e i drap negher e zal
e dedrèe un vec’ amigh
scuvèrt un mumèint fa
e un santèin a l’ dirà
ch’l’è morta n’ètra sciatta;
ch’l’arpóunsa in pès, amen,
e scurdaramm la żiatta


La tieta
Catalán

La despertarà el vent d'un cop als finestrons
és tan llarg i ample el llit
i són freds els llençols
amb els ulls mig tancats,
buscarà una altra mà
sense trobar ningú,
com ahir i com demà.

La seva soledat és el fidel amant
que coneix el seu cos
plec a plec, pam a pam
escoltarà el miol d'un gat capat i vell
que en els seus genolls dorm
els llargs vespres d'hivern.

Hi ha un missal adormit damunt de la tableta
i un got d'aigua mig buit
quan es lleva la tieta.

Hi ha un missal adormit damunt de la tableta
i un got d'aigua mig buit
i un mirall esquerdat que li diu:
"ja et fas gran, com ha passat el temps!
com han volat els anys!
¡com somnis de jovent
pels carrers s'han perdut!
com s'arruga la pell,
com s'ensorren ells ulls...!"

I la portera, al seu pas,
dibuixarà un somrís:
amb l'orgull de qui té algú
per escalfar-li el llit
i com cada dia el mateix: agafar l'autobús
per treballar al despatx
d'un advocat gandul,
amb qui en un altre temps
ella es feia l'estreta
d'això en fa tant de temps
que ni ho recorda la tieta.

Amb qui en un altre temps
ella es feia l'estreta
d'això en fa tant de temps
que ni ho recorda la tieta...
la que sempre té un plat
quan arriba Nadal
la que ningú no vol
si un bon dia pren mal
la que no té més fills
que els fills dels seus germans
la que diu: "tot va bé"
la que diu: "tant se val".

I el diumenge de rams
li compra al seu Fillol
un palmó llarg i blanc
i un parell de mitjons
i a l'església tots dos faran
com fa el moceen
i lloaran Jesús que entra a Jerusalem...

I li darà vint durets
per obrir una llibreta:
cal estalviar els Diners
com sempre ha fet la tieta.

I li darà vint durets
per obrir una llibreta:
cal estalviar els diners...
i un dia s'ha de morir,
més o menys com tothom
se l'endurà una grip
cap al forat profund
pero ella ja haurà pagat
el nínxol, el taüt,
els salms dels capellans,
i les misses de difunts.

I les flors que han de seguir el seu enterrament;
són coses que sovint les oblidem la gent,
i fan tan bonic les flors
amb negres draps penjant
i al darrera uns amics,
descoberts fa un instant.

I una esquela que ens diu
que se ha mort la senyoreta
descansi en pau. Amén.
I oblidarem la tieta.


La tía

La despertará el viento con un golpe en los ventanales
es tan larga y ancha la cama
y están frías las sábanas
con los ojos medio cerrados
buscará otra mano
sin encontrar a nadie,
como ayer y como mañana.

Su soledad es su fiel amante
que conoce su cuerpo
pliegue a pliegue, palmo a palmo
escuchará el maullido de un gato capado y viejo
que duerme en sus rodillas
en las largas noches de invierno.

Hay un misal adormecido encima de la mesa
y un vaso de agua medio vacío
cuando se levanta la tía.

Hay un misal adormecido encima de la mesa
y un vaso de agua medio vacío
y un espejo agrietado que le dice:
"ya te haces mayor, ¡como ha pasado el tiempo!
¡cómo ha volado los años!
¡cómo sueños de juventud
por las calles se han perdido!
¡cómo se arruga la piel,
¡cómo se hunden los ojos…!”

Y la portera, a su paso,
dibujará una sonrisa:
con el orgullo del que tiene a alguien
para calentarle la cama
y cada día lo mismo: tomar el autobus
para trabajar en el despacho
de una abogado gandul,
con quien en otro tiempo
ella se hacía la estrecha
de eso hace tanto tiempo
que ni lo recuerda la tía.

Con quien en otro tiempo
ella se hacía la estrecha
de eso hace tanto tiempo
que ni lo recuerda la tía...
la que siempre tiene un plato
cuando llega la Navidad,
la que no quiere nadie
si un buen día cae enferma,
la que no tiene más hijos
que los hijos de sus hermanos,
la que dice: "todo va bien",
la que dice: "que más da".

Y el Domingo de Ramos
le compra a su ahijado
una palma larga y blanca
y un par de calcetines
y en la iglesia los dos harán
lo que hace el cura
y alabarán a Jesús que entra en Jerusalén...

Y le dará veinte duros
para abrir una libreta:
hay que ahorrar,
como siempre ha hecho la tía.

Y le dará veinte duros
para abrir una libreta:
hay que ahorrar...
y un día se ha de morir;
más o menos como todos
se la llevará una gripe
hacia el agujero profundo,
pero ella ya habrá pagado
el nicho, el ataúd,
los salmos de los capellanes
y las misas de difuntos.

Y las flores que acompañarán su entierro
son cosas que a menudo la gente olvidamos
y hacen tan bonitas las flores
con trapos negros colgados
y detrás unos amigos
descubiertos hace un instante.

Y una esquela que nos dice
que “se ha muerto la señorita,
descanse en paz. Amen".
Y olvidaremos a la tía.

Es canción amarga, diría yo. De música triste, como la historia. Descriptiva con intención, costumbrista, toma los elementos que puedan hacer el retrato de una vida gastada en sueños vanos, desde el amor perdido hasta la religión y las prácticas anquilosadas de piedad formularia. Como pasa en estos casos, bien miradas, algunas cosas son tomadas de un natural conocido, y hasta real, una fenomenología en cierto modo fácil, aunque signada por la parodia, que tiene la misión de corroer un poco, si es posible, incluso lo que por sí mismo ya es corrosivo, como una vida sin mucho sentido y formalidades algo huecas pueden ser de suyo corrosivas.

Una vieja de tufo conservador, piadosona, algo amarga, algo amargante y algo amargada. Y, al fin, irrelevante.

Los dos, Guccini -de quién soy seguidor hace años (seguidor, dije, no lamebotas...)- y Serrat, tienen motivos similares para gustar de esta canción y de este boceto minucioso y ácido, de una ternura lacerante, que se anula a sí misma porque el personaje parece un verdadero desperdicio de vida, no muy digno de conmiseración.

¿Tiene la canción esa secreta belleza de lo triste, que dice Jaime Dávalos, en sus inspiradas cuartetas a la zamba La Nochera? No sé eso. Más bien creo que no. Es verdad, por otra parte, que la tristeza puede tener reflejos de cierta belleza y que hasta incluso hay belleza en cierta tristeza y en la pintura suya de ella.

Pero, lamentablemente, creo que aquí -y con todo lo agradable al oído que pudiera sonar la canción y hasta sus versos- la pobre solterona es la excusa y el trampolín; como me parece que la dizque tristeza de su vida y los vacíos grises de amores y fervores, importan menos que el hecho de poder apuntarle a alguien o a algo con esos trazos, como quien burila un proyectil que desconstruya, demuela, erosione, con la pobre vieja de rehén conmiserante.

Es verdad que hay gentes como la pobre tía. Pero se me hace, también, que tal vez planean por aquí los trazos de los poetas que tajean a sus modelos para poder pintar después con arte la dolida sangre que manan y echarle de ello la culpa a alguien o a algo; lo hacen a veces con elegancia, y otras no (pienso en algunos pasajes de Machado, de Celaya, hasta de Miguel Hernández, si me apuran, y ni hablar de cierta poética y musicalidad italiana, frecuente aunque no exclusivamente di sinistra...)

Párrafo aparte, debo decirlo, para el dialecto de Módena (tierra de Guccini y de… Pavarotti, por caso) y sus dejos lombardos y franceses y de quien sabe cuántas otras capas acumuladas desde su origen etrusco..., que de italiano parece no tener nada.

Y, sin embargo, lo dicho: de un modo u otro, siempre, todo es Italia.


De este modo, mis estimados, aquí los dejo con sus asuntos; que no todo es jolgorio, caballeros, y hay que seguir con las faenas de este mundo sublunar.