jueves, 12 de abril de 2012

Mi muerte canta


Pero el mundo,
como el humo, se torna cada noche
imperio del olvido. Señor, ésta
es mi casa mortal, mi hogar de humo.

Leopoldo Panero, La estancia vacía.




Hace tiempo lo sé: se irguió la muerte.
Y ya camina.

Y tiene rumbo.

Y veo que a mis ojos vuelve su mirada.

Ahora vaga las sombras de sus manos
por un prado en barbecho
que ya no tiene futuro ni presente.
Y siembra soledades.

Como por un camino de sirga,
merodea entre alisos y fresnos;
es un viajero amable, distraído,
que arrastra la barcaza de mis días,
acechando el cansancio de las horas.

Yo creo que es ella quien respira
ese aire fresco,
de tormenta en el mar,
que siento cada tarde.

Pero mi muerte canta.

Y oigo de tiempo en tiempo
su voz entre las hojas,
melodías,
hebras de viento y noche
trenzadas en susurros y recuerdos
y olvidos como aves sin reparo.

Bajo un roble que sabe de mis cosas,
a veces duermo sueños vivos
y espero despertar
detrás de aquella puerta misteriosa
que ella entreabre y cierra a mis espaldas.

Pero también conozco sus veredas
y sé que voy hacia sus pasos.

Como quien enfrenta
sin temor y sin prisa
a la muerte.