Pero el mundo,
como el humo, se torna cada noche
imperio del olvido. Señor, ésta
es mi casa mortal, mi hogar de humo.
Leopoldo Panero, La estancia vacía.
Hace tiempo lo sé: se irguió la muerte.Y ya camina.Y tiene rumbo.Y veo que a mis ojos vuelve su mirada.Ahora vaga las sombras de sus manospor un prado en barbechoque ya no tiene futuro ni presente.
Y siembra soledades.Como por un camino de sirga,merodea entre alisos y fresnos;es un viajero amable, distraído,que arrastra la barcaza de mis días,acechando el cansancio de las horas.Yo creo que es ella quien respiraese aire fresco,de tormenta en el mar,que siento cada tarde.Pero mi muerte canta.Y oigo de tiempo en tiemposu voz entre las hojas,melodías,hebras de viento y nochetrenzadas en susurros y recuerdosy olvidos como aves sin reparo.Bajo un roble que sabe de mis cosas,a veces duermo sueños vivosy espero despertardetrás de aquella puerta misteriosaque ella entreabre y cierra a mis espaldas.Pero también conozco sus veredasy sé que voy hacia sus pasos.Como quien enfrentasin temor y sin prisaa la muerte.