domingo, 10 de junio de 2012

Alivio

Nada es más aliviador para quien mira la política que el descanso de la poesía. Y hasta para quien hace política, a su modo siquiera, y no sólo la mira.

Y dichoso el que puede con eso y desdichado el que ha hecho que se le muera en sí la poesía (la poca o mucha que Dios le haya dado, para hacerla o gustarla.) Y desdichado asaz el que sólo haya dejado que le entre por los ojos el jugo grisáceo y ácido del poder mero o la mera riqueza, o que le entre por los oídos solamente el veneno ríspido de la melodía nada más que militante o que de habitual le salga por la boca la dialéctica torpe del manipulador. 

Lo sabía Cicerón. Y lo sabía Aristóteles que se ocupó de recopilar las poéticas leyes de Solón, el poeta político. Y lo sabía Dante, que cuando quiso destilar de todo, habló poéticamente aun de política, porque la Commedia es política, lo crea o no... Y Chesterton lo sabía, y Hernández (José y Miguel, claro), y Ezra Pound y...

En fin, ejemplos hay a pasto.

Me considero afortunado, vea. Al menos sé una cosa, y creo que sin duda alguna: si uno se suelta de allí, si desdeña la luz que el poeta podría ofrecer respecto de todas las cosas (todas, sí, todas...), la noche lo gana a uno. La noche de la inteligencia, claro, que es noche espantosa de la verdad (buscada, tan siquiera.)

Pero las otras noches también: la noche de la esperanza, la noche del bien, la noche del amor.

Muchas cosas en el mundo de este valle son consuelo. Y consuelo quiere decir no solamente que haya lágrimas, porque la consolación es a veces para los desolados. De las cosas que hay y que son consuelo, digo yo, la poesía -en su fragua y destilación de luz y de belleza y de hondura y de altura- no es de las menores.

Y digo también que, para que haya más de eso hace falta que Dios libere a los poetas que tiene retenidos, porque andan faltando. Y hace falta también que nos hisopen bonitamente con algún ungüento salutífero los ojos, los oídos y la boca a los que tenemos que recibir lo que los poetas -cuando Dios quiera soltarlos por el mundo- vengan a decirnos.

Por el momento, dejo aquí tres de Aragón que arriman a lo mismo: El poeta entresueña con héroes, La fuerza y la gracia y El caballo.


Buenas noches. Y que descanse, si Dios quiere.