Hay que hacer valer el tiempo. No sobra.
Por eso.
Mientras miro y pienso -y no pasa nada de nada en la
polis agitada y canallita de los unos y de los otros-, mejor que el lector benévolo tenga en qué leer las cosas que pasan.
Y sí, porque ya le tengo dicho que las cosas que han pasado, de un modo u otro, pasan todavía.
Aquí quedan, entonces, tres de Aragón:
Siempre la independencia,
Para qué sirve un apellido y
La noche del poeta (porque, la poesía, ésa sí que no pasa...)