jueves, 21 de junio de 2012

Hay que pasar el invierno


¿Y a cuento de qué la frase?

Y qué sé yo. Será porque de veras empezó el invierno y hay que pasarlo, quieras o no, venga lo que viniere.

O será que Álvaro Alsogaray dijo eso el mismo día 29 de junio en que César venció a Pompeyo en Farsalia, pero 2 mil y pico de años después, y el episodio me gusta más que el discurso del ministro. O porque la dijo el mismo día en que nació Antoine de Saint Exupéry, 59 años antes, y el escritor está a la altura del episodio romano y Alsogaray no. O porque fue el mismo día pero de 2003 en que murió mi querida Katherine Hepburn, que siempre me pareció tan sugerente y bonita, cosa que ninguno de los anteriores puede empatar. O porque fue el mismo día de 1986 en que la Argentina le ganó a Alemania el campeonato del mundo en México, que ganar con tres goles una final tiene su gracia, como la Hepburn.

De veras que no sé qué decirle.

Hay que pasar el invierno. Y listo.

Así que, mientras pasa lo que recién principia, vaya leyendo unas cuartillas memorables -vea si no...- en las que Aragón con tres trazos nos pinta la Argentina de siempre, la que anda como inhallable y perdida por ahí, cosa que no es culpa suya de él. O sí, pero sólo porque todos somos culpables de alguna manera de que se haya perdido. Aunque no todos somos culpables de lo mismo y en el mismo grado y en la misma medida.

En fin, ¿ve?: Hay que pasar el invierno...

Y allí va, entonces, este episodio de los ingleses masacrando Buenos Aires, en La Defensa vista por un testigo. Puede seguir, si quiere sulfurarse mirando a Bolívar con ojos libertadores, por este relato de Sarmiento sobre Guayaquil en Un diálogo con San Martín. Y si el invierno todavía no lo deja entrar en calor, pruebe a ver cómo le va con La lección de la ley Sáenz Peña.

Digo yo, claro.

Porque usted verá qué se hace: ya está grandecito para andar haciendo pucheros porque los gobiernos de los últimos ___  años (agregue la cifra que corresponda) son uno peor que el otro.