martes, 31 de julio de 2012

Decepción

Fue en sus orígenes un ensayo para un concurso periodístico. Recuerdo incluso que lo escribí a mano y tuve que pasarlo en limpio en la cueva de un amigo, porque tenía una computadora mucho mejor que la mía y era condición presentarlo en ese formato. Recuerdo muy vivamente también que hacía calor y trabajábamos con las persianas bajas porque el sol de la tarde era duro.

Pero no es lo único que recuerdo de este ensayo que se llamó entonces y todavía se llama Prometeo decepcionado. Todos estos años he vuelto una y otra vez sobre el asunto del que trata. No puedo decir que requiera una redacción definitiva, porque me parece que, salvo que tuviera lo que no tengo -esto es, don de profecía- es muy difícil acertar así nomás en esas materias y lo más fácil es errar.

Volví hace poco a darle una mirada y me decidí a publicarlo, no sin un agregado que en algo lo actualiza, como verá el valiente que lo acometa. La actualización apenas refleja algunas cosas que creo que hoy deben estar allí y que no aparecían del mismo modo hace 20 años.

¿Qué pasó con el concurso? Nada, por supuesto.