martes, 7 de agosto de 2012

Esta mina está loca

¿Quiere que le diga una cosa, cumpa? No falta mucho para que me tengan harto.

Pero venga, siéntese, tomemos unos mates y le cuento. ¿Quiere un cigarro?

Habitualmente leo los diarios -todos, sí, gusanitos partisanos: todos..., y no sólo todos los diarios...- con devoción de observante y aplicación de hermanito lego franciscano. Y lo hago con una sonrisa en los labios y la mirada limpia, hasta donde el buen Señor me da a entender. Es un ejercicio al que me someto voluntariamente. Podría disimular la vergüenza que me da a veces ocuparme de tantas porquerías y decir que es deber profesional y no sería verdad porque no lo es. Lo hago por y con disciplina, eso sí. Y creo que también porque me dieron un buen estómago.

Fíjese que, cierta vez, le pregunté con suma delicadeza a un viejo y querido amigo, alcohólico recuperado, cómo se llegaba a ser un mamerto perdido. Pensó, los ojos nublados en la nada, y pasó casi un minuto. Me asusté. Tal vez había desencadenado una historia de frustraciones y miserias. Al final, mientras yo esperaba el arcano mayor, dijo: "y..., tenés que tener un buen hígado, si no, no llegás..."

Algo de eso debe haber.

Digo que si alguna vez fue noble, y hace mucho que no lo es, la política (y todas las cosas de la polis, empezando por la cultura y terminando con el fútbol), especialmente en los últimos años, se ha vuelto una lectura inconveniente e insana, sumamente tóxica. Y eso por no hablar del ejercicio de la política que multiplica por mil los efectos tóxicos.

Hasta educar se ha vuelto un deporte de riesgo o, más simpático todavía si se hace a contrapelo de lo que mandan: una actividad clandestina de disidentes.

Pero se ve que, en áridas extensiones esteparias de la vida argentina, el paisaje se ha vuelto aburrido y previsible en los últimos meses, y desde la segunda presidencia de CFK, más precisamente. Tan aburrido como perverso. Y no digo nada con esto, porque ya lo dije: seguiré ocupándome de estas cosas, porque el que tenga hígado para aguantar, seguirá machándose. Y no: no voy a leer solamente Página/12 y Tiempo Argentino, como si fueran Maitines o sentarme a ver 678, como si rezara Completas, nada más que para que se le calme la ansiedad a la pobre manada de militantes vergonzantes, que hasta los ecuánimes se hacen y no sé a quién creerán engañar.

Y ya que venimos con envión, déjeme que despache en un párrafo a críticos y opositores de ocasión de este turno de gobierno: son un hato de pordioseros del poder y del dinero, de un modo u otro, y no se les cae una idea seria de veras ni que los torturen. No pueden juntar ni siquiera tres puntos de un programa de veras revolucionario, porque ni locos van a hachar la rama de la que maman hace ¿ya siglos? Sí pueden juntar 1.000 frases del manual básico de las gansadas políticas argentinas, edición agotada pese a que se reimprime todas las semanas, y con eso cubren arteramente el vacío que dejan con su sola presencia, o creerán que lo cubren. Pero tienen una ventaja agria que parecería hacerlos inimputables: apenas si gobiernan parcelas y varias casi irrelevantes. Claro que, en general, las gobiernan mal y para mal. Y ni mandar saben. Ahora, eso sí: de la mano del propio gobierno al que le lamen las bo...tas con lenguas de lija impregnadas en ácido muriático, muchos de los más furiosos caniches mordedores de talones la juntan en pala, como les ha echado en cara hace unos días la propia Fernández, que es la que les sirve las parvas de esa comida que ella misma dice que estos chicos comen egoísta y desaforadamente, mientras la maldicen. 

De modo que no son esos pusilánimes logreros todo el problema. Ni siquiera la peor parte, por inútiles y cómplices voluntarios o involuntarios que resulten. Son peligrosísimos en potencia -por si llega a caerles el bastón de mando en la mano y porque tienen cierta capacidad de presión y ánimo de perversión-, pero menos lo son en acto ahora.

Entonces, cómo no entenderlo, buena parte del peso de la historia, hoy por hoy, cae por fuerza en la Cristiníada, esta cruzada infame que, por malas razones, trafica algunas pocas cosas valiosas mezcladas con muchas cosas viles y compra y vende esclavos de todo tipo, y que va adelante a los gritos, sobornos, latigazos y empujones, con toda la recua de malandras, estafadores y monjes y monjas laicos que tiene a bordo la capitana de este barco fantasma.

Una sola cosa rara hubo. Una sola.

Y es de esas cosas que uno no sabe cómo pasan.

Un día, hace un tiempo, en medio de un batifondo turbio, lleno de espinas de pescado que atragantan al más entrenado deglutidor de sapos, el tal Hugo Moyano se subió a un escenario acompañado de voraces piratas y viejos mercenarios -lo dejaron solo allí la otra mitad de voraces piratas y viejos mercenarios, hay que decirlo...- y dijo, casas más, casas menos: Esta mina está loca.

Y, a partir de allí, se me hace a mí que empezaron a pasar dos cosas más raras todavía. Primero, empezó como a cuartearse el hechizo del relato de que todo va mejor con el Modelo y, como en el valle de los ecos, empezaron a oírse más zafadurías desde todas partes. Un variable pelotón de cobardones/as le hicieron al camionero la segunda, la tercera y hasta la cuarta voz, queriendo o sin saber, en un coro bizarro que empezó a mojarle la oreja hasta al temible y ambiguo Moreno.

Casi al mismo tiempo, pasó la segunda cosa. Se multiplicó un rosario de cadenas nacionales con los unipersonales de una mujer cada vez más desbordada e histriónicamente histérica de risas, llantos y furias mimosas y asesinas para con quien tuviera a mano. Termina pareciendo que le hubieran dado la cadena nacional a Jorge Corona, el humorista, chistes chanchos y guarrerías all inclusive. Le aseguro, cumpa, que hasta me pareció como hecho a propósito para darle la razón a Moyano.

Hay varias cosas que uno termina por saber (ah..., si viera de todo lo que se entera uno leyendo los diarios con paciencia...) Por ejemplo, que ya viene en un manual latinoamericano y es una estrategia común a CFK, Chávez, Rousseff, Correa, el viejo asunto de las maratones mediáticas que a los únicos a los que no hartan es a los que lo miran como si fueran los padres del chico que fue a probarse a Soñando por cantar, es decir a los que ya están viendo a sus líderes aunque no aparezcan y a los que no dejan de oírlos aunque no hablen, de tan pelandrunes que son los los militantes. La razón-excusa de los cerebros de la comunicación nac&pop es, claro, poder tener voz propia y no dejar que lo editen a piacere al líder carismático las cadenas del desaliento. Claro, es verdad. Y de paso, cañazo, que todo líder carismático no termina sino que empieza enamorado de sí mismo y hay que convencer a los convencidos y no dejar de decirse a sí mismo y machacar velis nolis el relato, y bla, bla...

Entonces, así el asunto, me preguntó ¿por qué Moyano? ¿Casualidad? ¿La burra de Balaam? ¿Falsa causa, esto es, pasó después que habló/pasó porque él habló? Porque lo cierto es que ni siquiera fue el primero en decir esta mina está loca. ¿Tiene autoridad él? ¿Lo favoreció la ocasión? ¿Lo siguen las masas enloquecidas como en la plaza de El Cairo para que haga la revolución sindical-peronista? ¿Es el hombre impoluto del destino, que sale del monasterio para reinar sobre los cuatro reinos, como Alfredo el Grande?

Bueno, no tanta risa... Alguna explicación tengo que encontrarle a esto que me parece claro y algo raro.

Algunos pavotes oficiales se endulzaron la boca con argumentos de género, como si hubieran aprendido psicología por internet : no se banca una mina al frente del movimiento peronista. ¿Sí, ganso? ¿Es un argumento creíble para un soldado de un movimiento que nació con una jefa espiritual...? Porque aunque hubiera algo de eso en el rudo hombre del camión, ¿no será más probable que no se banque a esta mina, en todo caso, y no por mina? Otros pavotes oficiales (y sí..., hay un montón afuera y adentro...) usan la aburrida táctica dialéctica y le recuerdan su pasado marplatense o lo ponen al lado de Clarín. Ay, qué barato..., ¿no podrían hacer el gasto y comprarse un equipo de creativos que no sea de la B? ¿Colaborador en los '70? ¿Amigo de militares? Ajá, ¿como quién más, por ejemplo? Como quién no, si la acusación fuera ésa, entre el 90 % de los piratas voraces y viejos mercenarios sindicales y gobernadores de provincia y empresarios, intelectuales, directores técnicos y tantos de los que estuvieron y de los que no estuvieron...

Pero, cumpa, ¿no será el viejo asunto de que cuando un negro descastado que cuida mulas en el establo dice que el rey está desnudo, de pronto todos empiezan a decirse a sí mismos la verdad inconfesada y que ya veían?

¿Esta mina además de loca está desnuda? ¿Es así? ¿Piedra libre atrás de los mohínes de canchera brava del Abasto?

No sé, cumpa, no sé. Sería gracioso que pasara que una historia fina de estos años recordara a Moyano nada más que por haber terminado siendo el negrito descastado cuidamulas que fue el primero en decir que la reina estaba desnuda... y loca.

Pero quiero decirle también que que estas cosas pasen y sean así -mientras pasan cosas fieras de veras-, y que de esta guasa vengan los notables de estos tiempos, es parte del problema.

En fin, tal vez sean cosas mías. Y si tiene que ir, vaya, nomás. Yo me quedo.

Que aunque no merma esta piara de serpientes y de encantadores de serpientes que brota por todas partes, hay que mirar con cuidado y atención el páis, porque pasan cosas interesantes.


Nada que les mejore la vida de veras a los que sufren de veras, claro, y de los que hay que ocuparse de otro modo, porque no leen bitácoras, ¿sabe?.


Pero, para ellos, Dios quiera, ya vendrá un criollo a mandar.