sábado, 4 de agosto de 2012

Futuro perfecto


¿Habré visto mañana el cielo de esta tierra
amanecer en claros silencios y piares
y en la niebla y las ramas de un invierno de fuego?

¿Habré encendido el aire de ciruelos y pinos
humeantes de alegría, crepitante de sueño,
las manos encalladas, golosas de cenizas?

¿Habré silbado un silbo de camino hacia el pan
que, aromando las calles, tiñe en oro la boca
que cruje un gozo tibio y una miga en delicia?

¿Habré escanciado un vino viril, oscuro y denso?
¿Habré sentido el acre perfume del tabaco?
¿Habré rendido el ojo, el pecho y la cabeza?

¿Habré librado guerras con espadas de olvido
y, en un clamor lejano, yendo a pasos felices,
cantado las canciones del que vuelve triunfante?

¿Habré mirado a un niño jugar en su esperanza?
¿Habré acallado heridas, rencores, soledades?
¿Habré dicho lo justo, la verdad, lo que es bello?

¿Habré esperado el día que vendrá tras la noche
que será mi futuro, mañana cuando pase
ese día que espero serenamente, ahora?