Otra vez más, digo, porque hay de eso a pasto por todas partes. Volver a verlo, volver a decirlo. No hay forma de esquivar el asunto si se habla de política y del pueblo.
En 1938, Marechal decía (prometo traer pronto esa pieza breve y nutritiva):
¡Y quién sabe acaso si el caos en que vivimos no es obra de poetas que han hecho de la verdad un peligroso juego lírico!Y creo que así es de cierto.
Por todos los costados del asunto. Por el lado de los que hicieron el juego con las palabras en la poesía y por el lado de los que jugaron con las palabras del pueblo y con la palabra pueblo. Y con la poesía del pueblo.
Ah, esos elitistas populares de la jerga inmunda, de la jerga inmunda socioteopoliticona y de las contraseñas en jerga inmunda para reconocerse -satisfechos de sí mismos- como dizque amigos de los pobres y amigos del pueblo; al lado de esos otros elitistas contra populum de la jerga inmunda, melosa y frívola, que atesoran y embadurnan las palabras porque creen que así se distinguen y los distinguen: refinados como una madama, fieles como prostitutas, virtuosos como Herodes, valientes como Pilatos...
Alto...
En otro momento.
Pero una cosa sí le digo ahora y no me pida que se lo explique, porque es más largo: un día habrá que elegir y para algunos significará ni más ni menos que elegir por qué razón quieren ser perseguidos o muertos.
Y todo por la poesía, aunque no lo crea.
Pero, eso es cosa mía.
Mejor lean a Aragón y lo que dice en Homero y el pueblo o en Cantando me he de morir.