lunes, 22 de julio de 2013

Saber irse

Una cosa es pasar a Narnia.

Otra, saber irse.

Pero no de Narnia.

De cualquier parte. De cualquier cosa. Del tiempo atrás. De la vida atrás.

De lo que ha sido.


Y es así que, en poco tiempo en estos últimos tiempos, las cosas de la vida me hicieron ir y venir, ir e irme: lugares, tiempos, gentes.


Una ida al campo, por ejemplo. A la tierra de mi infancia y juventud. Si no es Narnia, es Arcadia, al menos.


Y es así que cosas ácidas a veces nos llevan a lugares que fueron dulces. Nos envuelven y nos devuelven a tiempos, gentes. Otra vida. Otro tiempo. Y la misma existencia, el mismo uno mismo. Pero otro. Y se ve y se entiende cuando uno está yéndose.


La ruta estaba vacía, podía distraerme un poco mientras pasaban las imágenes inmediatas presentes, quietas, un poco agrisadas. El presente de un pasado que apenas está presente. Las voces que fueron, días que fueron. Cosas.


En ocasiones, no es tanto que las cosas pasen y se hundan, cada vez más lejanas, en el pasado. Hasta parecer que desaparecen.


En ocasiones, hay que saber irse.