jueves, 29 de agosto de 2013

Soneto


Aturdido de cielo y de panales
que trapichan dulzores sigilosos,
huelo la luz dorada en deliciosos
rayos de miel de flores matinales.
Ando en un vilo de aires amorosos,
libo en los ojos néctares raudales
y en rumores de sol confidenciales
rezumo unos colores cadenciosos.
Como un enjambre, agosto silba un viento
de aromas musicales renacidos,
ciego de salvia y de jazmín hambriento.
Y entre unos cerros hasta ayer dormidos,
estallando su risa en movimiento,
ya unos lapachos braman de floridos.