lunes, 26 de agosto de 2013

Vita nuova

¿Dónde tendría que hablar de estas cosas? ¿Es un recuerdo? ¿Es música? ¿Es poesía?

¿Importa?


Preparaba unos papeles y apareció una cita de Dante Alighieri, de su primera obra, La vita nuova. De hecho, es obra de hace al menos 720 años y hay poemas allí de unos 730.

Pero, de pronto, vino el año 1975. Curso de Literatura Italiana. Y, con ella, llegó quien hablaba de aquellas cosas: una anciana venerable y fiorentina, la sabiduría y la dulzura honda y quieta de una cultura de siglos, que me enseñó la Commedia, verso por verso.

Antes, había empezado Dante leyendo algunas de las Rime.

Y la primera fue Tanto gentile e tanto onesta pare.

El soneto está en el capítulo XXVI de la La vita nuova.
Tanto gentile e tanto onesta pare
la donna mia quand’ella altrui saluta,
ch’ogne lingua deven tremando muta,
e li occhi no l’ardiscon di guardare.
Ella si va, sentendosi laudare,
benignamente d’umiltà vestuta;
e par che sia una cosa venuta
da cielo in terra a miracol mostrare.
Mostrasi sì piacente a chi la mira,
che dà per li occhi una dolcezza al core,
che ’ntender no la può chi no la prova:
e par che de la sua labbia si mova
un spirito soave pien d’amore,
che va dicendo a l’anima: "Sospira".

(Y aquí lo dejó para que suene en la lengua que debe...)

Siguió inmediatamente con Guido, i’ vorrei che tu e Lapo ed io (también queda aquí para que acompañe al anterior...) Es de la misma época, pero no está en la obra. Está dirigido a Guido Cavalcanti, su amigo y, como él, poeta de aquel Doce stil nuovo.
Guido, i’ vorrei che tu e Lapo ed io
fossimo presi per incantamento
e messi in un vasel, ch’ad ogni vento
per mare andasse al voler vostro e mio;
sì che fortuna od altro tempo rio
non ci potesse dare impedimento,
anzi, vivendo sempre in un talento,
di stare insieme crescesse ’l disio.
E monna Vanna e monna Lagia poi
con quella ch’è sul numer de le trenta
con noi ponesse il buono incantatore:
e quivi ragionar sempre d’amore,
e ciascuna di lor fosse contenta,
sì come i’ credo che saremmo noi.

No hay nada que explicar, ni análisis ni hermenéutica dantesca.

Que suenen. Son sonetos, después de todo.

Aunque no suenan como el toscano impecable de aquella reliquia fiorentina. Eso no.

Pero también ella vuelve con Dante; y donde encuentro a Dante, ella está.


Dios me la guarde, tanto bien hizo. Me hizo.