Es verdad: el camino que baja es el mismo camino que sube.
Y por ese camino se va y se vuelve.
Para salir (o para entrar), a veces, hay que pasar una ancha pared de piedras. La misma que hay que pasar para entrar (o para salir...)
Pero, de ida como de vuelta, y una vez traspasados los muros, por anchos que se vean, uno ya está nuevamente afuera. O adentro.
Y aquí estamos. Otra vez aquí.
Dentro de no mucho tiempo, habrá algunos cambios.
Y lo que es será otra vez lo que es y será lo que ha sido mientras estaba en el camino. En el camino yendo. O en el camino viniendo. Porque lo que es no ha cambiado.
Y porque es verdad también: en el fin está nuestro principio.