miércoles, 22 de octubre de 2014

Buey, ángel, puerros y pañales




El quinto día del Heptamerón de Leopoldo Marechal está dedicado a La Poética y esta composición está dividida a su vez en dos partes Biografía del Poeta y Arte Poética.

De esta última parte, que Marechal dedicó a Rafael Squirru en 1964, están tomadas estas estrofas que dejo aquí.

2

La complexión monstruosa del poeta
se afirma en el contraste de su noble mirada:
con el ojo derecho mira en horizontal,
como el buey de paciencia cotidiana
o el hombre de peinado triste y obligatorio;
con el izquierdo mira en vertical,
según la ley del ángel,
hacia la flor abierta de todas las alturas.
Y es así, Rafael, como el aeda,
puesto en aquel dualismo del mirar,
traza la resultante de una y otra visión
y se queda en la oblicua peligrosa del monstruo.
¿Es un buey  en tangencia con el ángel
o un ángel que ha rozado la tangente del buey?
La humanidad, fluctuando en esa duda,
guarda un mutismo casi respetuoso.

3

No obstante, la Experiencia de golpeado esternón
esgrime su verdad en este axioma:
“Todo poeta es una zarza hostil
en el campo de puerros de la Sociología”.
Rafael, cuando el hombre municipal eructa
canciones licenciosas en su baile de un año,
el poeta, cubierto de ceniza,
le vuelve a recordar en sus estrofas
aquel sabor eterno que nos fue prometido.
Y cuando al fin el hombre rasga sus vestiduras
y se arropa en un llanto de ternero,
el aeda lo invita, sin pudor, a la danza
y le ofrece los vinos tintos de su locura.
Por eso los mortales, con buen juicio,
lo prefieren guardado en su ataúd
(tal un roto violín en su estuche de felpa),
o erecto en una estatua que insultan las palomas
cuatro veces al día.

4

Rafael, en el Arte Poética yo entiendo
trazar la biografía de mi alma.
Tempranamente allá en el Sur, ¡oh, días!
el  esplendor terrible de las formas
enamoró mis ojos y despertó en mi lengua
los urgentes afanes de la música.
Si yo aticé la llama de potros exaltados,
antes los admiré como frutas del Verbo.
Y allá en el Sur, cuando pesaban otros
la carne de las cosas,
yo las nombré temblando, y fueron mías.
Pero más tarde puse yo los ojos
en mi propia natura de cantor,
para escrutar su enigma y adivinar sus leyes:
¿Quién era yo, ese niño que alborotaba idiomas
en un silencio duro como la geología?
El Arte que ya escribo es la respuesta.

5

Frente al Verbo admirable
y en su línea, yo soy
un haz de lo posible musical.
Descubrir esta esencia junto a un caballo moro
se parece a encontrar una llave perdida.
La tomo y abro: si en el Verbo soy
una espiga de música posible,
debo guardar fidelidad al Verbo
y proferir en acto lo que calla en potencia.
Es un trabajo ad intra por el cual yo realizo
lo que le corresponde a mi substancia.
Y esa conformidad del portalira
con su naturaleza inalienable
debe ser anterior al canto mismo
y a toda pesadumbre de laureles.
Rafael, cierta noche, junto a un caballo moro,
vi yo a la Metafísica en pañales.

¿Y por qué está esto aquí?

Quién sabe.

Tal vez sean tiempos para aquellos que Marechal llama en su obra el Poeta, hagan versos o no.

Tal vez sean tiempos ahora más que antes en los que es más necesaria la mirada horizontal del Buey, pero también la vertical del Ángel y ambas en una oblicua peligrosa.

Y tal vez haya que mirar más que antes y por un tiempo todavía con la oblicua peligrosa del Monstruo, trazando la resultante de una y otra visión, como dice allí. Y eso porque nadie tiene derecho a ser sólo Buey si no es sólo Buey, como tampoco tiene derecho a ser sólo Ángel si no es sólo Ángel. Y tal vez ahora menos que nunca.

Tal vez el campo de puerros de la Sociología -de la Sociología de cualquier tipo, que las hay de todas clases en toda cosa- todavía tenga que soportar -y haya que hacerle soportar- la zarza hostil del poeta que traspase el cuero duro del Buey horizontal, para que no se apoltrone creyendo que la horizontal nunca acabará, y mantenga a la vez en la altura la presencia del Ángel, que le diga a los hombres que el destino es la altura y más allá de la altura. Y eso para que no se olvide que en la historia de los hombres, en este mundo bajo la luna, no somos ni una ni otra cosa, ni Buey ni Ángel, sola y excluyentemente.

Y tal vez sea necesario que haya todavía de esos Monstruos en la oblicua peligrosa, porque lo que hay adelante no es menos que los pañales de la Metafísica, pero son pañales de algo mucho mayor que la Metafísica.

Y porque la historia no estará en pañales siempre. Y el tiempo no será siempre.

Si nadie más quiere verlo ni quiere decirlo, tendrá que verlo y decirlo alguno que -de este lado del tiempo- en la oblicua peligrosa de la mirada del poeta, sepa que esta tierra del Buey y estos cielos del Ángel pasarán y otros Cielos y otras Tierras que no pasarán ya están en pañales más allá de este tiempo.

Y todo por fidelidad al Verbo.


Y tal vez para eso era finalmente para lo que se necesitaban los poetas.




lunes, 20 de octubre de 2014

Ortodoxia, alegría y vino




Tres textos de Gilbert Keith Chesterton, para repasar lecturas, al menos.

Y eso porque -diluvios más o menos- nunca está sobrando un poco de Ortodoxia, algo de alegría y otro poco de vino.


I

¿Habría sentido el Cristianismo lo que yo sentí -y no pude (ni puedo) expresar-: esa doble necesidad de ser leal al mundo, deseando sin embargo y a la vez su reforma definitiva y raigal? Después recordé que se achacaba al Cristianismo precisamente la pretensión de combinar esas dos cosas que yo intentaba combinar. Se acusaba al Cristianismo de ser demasiado optimista con respecto al universo y demasiado pesimista con respecto al mundo. Al descubrir la coincidencia me quedé estupefacto.

En la controversia moderna ha surgido una imbécil costumbre abusiva de los polemistas contemporáneos, y es aquella que consiste en decir a cada rato que tal y cual creencia puede ser sostenida en una época, pero no en otra. Se nos dice que algún dogma fue creíble en el siglo XII pero ya no puede serlo en el XX. Lo mismo sería decir que cierta filosofía puede ser creída los lunes, pero no puede ser creída los martes. Lo mismo sería decir que cierta teoría cósmica es verosímil a las tres y media, pero ya no lo es a las cuatro y media. Lo que puede creer un hombre depende de su filosofía y no de lo que marca el reloj del siglo. Si un hombre cree en una ley natural inalterable, no puede creer en ningún milagro de ninguna época. Si un hombre cree en una voluntad anterior a la ley, puede creer en cualquier milagro de cualquier época. Supongamos, para ejemplificar el argumento, que nos halláramos frente al caso de una curación taumatúrgica y milagrosa. Un materialista del siglo XII, no la creería más que un materialista del siglo XX. Pero un científico cristiano del siglo XX la creería como un cristiano del siglo XII. Es cuestión simplemente de la teoría que cada hombre profese sobre las cosas. De modo que, frente a toda respuesta histórica, no hay que preguntarse si es la respuesta que corresponde a nuestros tiempos, sino si es la respuesta que corresponde a nuestra pregunta.

(Ortodoxia, Capítulo V, La bandera del mundo)

II

Por consiguiente, en conclusión, ésta es mi razón para aceptar la religión y para no conformarme con extraer de ella unas cuantas dispersas verdades seculares. La acepto porque no meramente me ha dicho esta verdad o aquella sino porque "dice verdades", porque se ha revelado veraz y fidedigna. Todas las demás filosofías dicen cosas que llanamente parecen verdad; sólo esta filosofía ha dicho una y otra vez cosas que no parecen verdad pero son verdad. Único entre los credos, este credo es convincente donde no es atrayente; resultó que tenía razón, como mi padre la tuvo en aquel jardín. Los teósofos, por ejemplo, predicarán una idea evidentemente atrayente, como la reencarnación; pero si esperamos a ver sus resultados lógicos, serán el altanerismo espiritual y la crueldad de casta. Porque si un hombre es pordiosero a causa de sus culpas prenatales, la gente se inclinará a despreciar al mendigo. El Cristianismo, por su parte, predica una idea evidentemente poco atrayente como el pecado original; pero cuando esperamos a ver sus resultados, son simpáticos y fraternales, un trueno de risa y de piedad; porque solamente por el pecado original podemos compadecer al mendigo y desconfiar del rey. Los hombres de ciencia nos ofrecen salud, un beneficio obvio; recién después descubrimos que por salud entendían esclavitud corporal y tedio del espíritu. La ortodoxia nos hace saltar de terror con los abismos del infierno; sólo después nos damos cuenta de que ese salto es un saludable ejercicio atlético altamente benéfico para nuestra salud. Solamente después descubrimos que aquel peligro es la raíz de todo drama y de todo romanticismo. El argumento más vigoroso en pro de la gracia divina es, simplemente, su poca gracia. Cuando se examinan los puntos impopulares del Cristianismo, resulta que son los propios puntales del pueblo. El círculo exterior del Cristianismo es una rígida guardia de abnegaciones éticas y de sacerdotes profesionales; pero detrás de esa muralla inhumana se encontrará la vieja vida humana, bailando como los niños, bebiendo vino como los hombres; porque el Cristianismo es el único cerco de la libertad pagana. En la filosofía moderna todo es al revés: el cerco exterior es atrayente y encantador; y adentro, se retuerce la desesperación.

Y su desesperación es ésta: no cree realmente que haya ningún significado en el universo; de ahí que no pueda esperar hallar en él ningún romanticismo; su novela no tiene trama. Un hombre no puede esperar aventuras en el país de la anarquía. Pero viajando por la tierra de la autoridad, el hombre puede esperar cualquier número de aventuras. No es posible hallar significaciones ni senderos en un matorral de escepticismos; pero cruzando un bosque de doctrinas y designios personales encontrará cada vez más significaciones y cada vez más senderos.

Aquí, cada cosa trae a la cola su historia, como las herramientas y los cuadros de la casa de mi padre; porque también es la casa de mi padre. Termino donde empecé, por el extremo correcto. A lo menos he pasado ya la puerta de toda buena filosofía. He entrado en mi segunda infancia.

Pero este universo cristiano más vasto y más intrépido y poblado de aventuras, tiene un sello final difícil de expresar; no obstante, como conclusión de todo el tema, intentaré expresarlo, siquiera como conclusión.

Todo el verdadero argumento de la religión se encierra en el problema de que si un hombre que ha nacido al revés, que ha nacido de cabeza, puede decir o no cuándo está al derecho y cuándo está al revés.

La principal paradoja del Cristianismo consiste en afirmar que la condición ordinaria de un hombre no es la que parece normal y sensata; que lo normal es una anormalidad. Y ése es todo el secreto del dogma de la Caída.

(Ortodoxia, Capítulo IX, La autoridad y el aventurero)

III
Vino y Agua
La Balada de Noé

El Viejo Noé tenía una granja de avestruces, con aves de gran porte,
comía su huevo con un cucharón, con un balde por soporte,
y la sopa que tomaba era Sopa de Elefante y el pescado una Ballena,
y sin embargo eran pequeños para la bodega que iba en su carena,
y Noé, cuando él se sentaba a comer, decía a su mujer con tino:
"No me importa donde vaya el agua, mientras no se meta en el vino"

El cielo se desplomó en catarata, cegando un precipicio el reverbero,
como si fuera a lavar las estrellas como burbujas por el fregadero,
las gargantas del Infierno se tragaron los siete cielos que bajaban rugiendo,
y Noé guiñó un ojo y dijo: "Me parece que está lloviendo;
el agua sumergió al Matterhorn, como si ser mina fuera su sino:
Pero no me importa donde vaya el agua, mientras no se meta en el vino"

Pero Noé pecó, y nosotros pecamos; nuestras piernas borrachas son testigo;
hasta un abstemio grande y negro se nos envió como castigo,
y no puedes conseguir vino en una capilla, un Eisteddfod, o en la liga prohibicionista,
porque la Maldición del Agua ha vuelto, por la ira de Dios prevista,
y se sirve agua en la mesa del Obispo y en el santuario del Pensador latino:
"Pero no me importa donde vaya el agua, mientras no se meta en el vino."

(Traducción -algo libre pero conservando el espíritu- de Horacio Velasco Suárez)



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El original:
Wine and Water


  Old Noah he had an ostrich farm and fowls on the largest scale,
  He ate his egg with a ladle in an egg-cup big as a pail,
  And the soup he took was Elephant Soup and the fish he took was Whale,
  But they all were small to the cellar he took when he set out to sail,
  And Noah he often said to his wife when he sat down to dine,
  "I don't care where the water goes if it doesn't get into the wine."

  The cataract of the cliff of heaven fell blinding off the brink
  As if it would wash the stars away as suds go down a sink,
  The seven heavens came roaring down for the throats of hell to drink,
  And Noah he cocked his eye and said, "It looks like rain, I think,
  The water has drowned the Matterhorn as deep as a Mendip mine,
  But I don't care where the water goes if it doesn't get into the wine."

  But Noah he sinned, and we have sinned; on tipsy feet we trod,
  Till a great big black teetotaller was sent to us for a rod,
  And you can't get wine at a P.S.A., or chapel, or Eisteddfod,
  For the Curse of Water has come again because of the wrath of God,
  And water is on the Bishop's board and the Higher Thinker's shrine,
  But I don't care where the water goes if it doesn't get into the wine.

(The Flyin Inn, 1914)




jueves, 16 de octubre de 2014

La Roca




En 1934, T.S. Eliot compuso y publicó The Rock, una obra de teatro en verso que se presentó a una especie de concurso. Tenía música y danza, y se estrenó el 28 de mayo de 1934 en el Sadler's Wells Theatre y fue para apoyar a una Fund of the Diocese of London, institución de caridad que se proponía preservar las viejas iglesias de Londres y construir nuevas en zonas marginales. La obra tenía como eje la historia de la Iglesia. A la vez, aparecen allí asuntos teológicos de aquel presente y del futuro que vendría, asuntos que le interesaban al autor y que expuso según sus puntos de vista. Eliot compuso 10 coros para la obra The Rock, que fue su segunda obra teatral, y esos fragmentos de la obra suelen darse por separado con el título de Choruses from "The Rock".

Leía esta mañana unos diarios de la Europa cuando vi que, a propósito de las cosas de este tiempo nuestro en la Iglesia Católica, un lector de un diario italiano citaba un fragmento de los Coros en una carta de lectores (caray: qué cultos son estos analfabetos..., diría Braulio Anzoátegui que decía Chesterton...)

Volví a ver esos textos. Son buenos textos, aunque no sean de lectura fácil, como no lo es en general el autor. Tenía 46 años cuando los escribió.

Dejo aquí tres de esos díez Coros, en una traducción prestada que hube de retocar en esto y aquello, para que se le hiciera tal vez un poco más de justicia lírica a Eliot, hasta donde un servidor podría, que no es tanto.

La cita que me convocó a remirarlos, está tomada del Coro VI.


IV

Hay los que quieren edificar el Templo,
y los que prefieren que el Templo no se edifique.
En los días de Nehemías el profeta
no había excepción a la regla general.
En el palacio de Shusham, en el mes de Nisan,
él servía el vino al rey Artajerjes,
y lloró por la ciudad destruida, Jerusalén,
y el Rey le dió permiso de partir
para que pudiera reconstruir la ciudad.
Así se fue, con unos pocos, a Jerusalén,
y allí, cerca del pozo del dragón, por el portal del estiércol,
por el portal de la fuente, por el pozo del Rey,
Jerusalén estaba asolada, consumida por el fuego:
no había lugar donde pastaran las bestias.
Había enemigos afuera para destruirla,
y espías adentro,
cuando él y sus hombres juntaron sus manos para reconstruir el muro.
Y así edificaron como los hombres deben edificar:
con la espada en una mano y la llana en la otra.


V

Oh Señor, líbrame del hombre de intención excelente y de corazón impuro: pues el corazón es engañoso sobre todas las cosas, y desesperadamente perverso.
Sanballat el Horonita y Tobías el Ammonita y Geshem el Árabe: eran sin dudas hombres de espíritu y celo públicos.
Presérvame del enemigo que tiene algo que ganar y del amigo que tiene algo que perder.
Recordando las palabras de Nehemías el Profeta: "La llana en una mano y la pistola más bien suelta en la canana".
Estos que se sientan en una casa cuyo uso se ha olvidado para qué sirve, son como serpientes que yacen sobre escaleras en ruinas, contentas a la luz del sol.
Y los otros corren como perros, emprendedores, olfateando y ladrando: dicen: "Esta casa en un nido de serpientes, destruyámosla.
Y vamos a acabar con estas abominaciones, las torpezas de los cristianos." Y estos no están justificados, ni los otros,
y escriben inmunerables libros; siendo demasiado vanos y distraídos para el silencio: buscando cada quien antes su propia elevación y evadiendo su vacuidad.
Si la humildad y la pureza no están en el corazón, no están en la casa: y si no están en la casa no están en la Ciudad.
El hombre que ha edificado durante el día querría retornar a su hogar a la caída de la noche: para ser bendecido con el don del silencio, y dormitar antes de dormir.
Pero estamos rodeados por serpientes y perros: por lo tanto, algunos deben trabajar, y otros deben sostener las lanzas.


VI

Es difícil para los que nunca han conocido persecución,
y para los que nunca han conocido un cristiano,
creer en estos cuentos de los Cristianos perseguidos.
Es difícil para aquellos que viven cerca de un Banco
dudar de la seguridad de su dinero.
Es difícil para aquellos que viven cerca de una comisaría
creer en el triunfo de la violencia.
¿Creéis que la Fe ha conquistado el Mundo
y que los leones ya no necesitan guardianes?
¿Necesitáis que se os diga que lo que ha sido, puede seguir siendo aún?
¿Necesitáis que se os diga que aún logros tan modestos
como aquellos de los que se jacta la sociedad bien educada,
difícilmente sobrevivirán a la Fe a la cual deben su sentido?
¡Hombres! Cepillaos los dientes al levantaros y al acostaros; ¡mujeres! abrillantaos las uñas:
sacáis brillo al diente del perro y a las zarpas del gato.
¿Por qué habrían los hombres de amar la Iglesia?
¿Por qué habrían de amar sus leyes?
Ella les habla de la Vida y la Muerte, y de todo lo que ellos querrían olvidar.
Ella es tierna donde ellos serían duros, y dura cuando a ellos les gustaría ser blandos.
Ella les habla del Mal y el Pecado, y otros hechos desagradables.
Ellos tratan de escapar constantemente
de las tinieblas exteriores e interiores
a fuerza de soñar sistemas tan perfectos en los que nadie necesitará ser bueno.
Pero el hombre que es, oscurecerá como una sombra
al hombre que finge ser.
Y el Hijo del Hombre no fue crucificado de una vez por todas,
la sangre de los mártires no fue derramada de una vez por todas,
las vidas de los Santos no fueron entregadas de una vez por todas:
pero el Hijo del Hombre está siempre crucificado
y habrá Mártires y Santos.
Y si la sangre de los Mártires ha de correr por los escalones
primero debemos edificar los escalones;
y si el Templo ha de ser derribado
primero debemos edificar el Templo.





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El texto original:

IV
 

There are those who would build the Temple,
And those who prefer that the Temples should not be built.
In the days of Nehemiah the Prophet
There was no exception to the general rule.
In Shushan the palace, in the month Nisan,
He served the wine to the King Artaxerxes,
And he grieved for the broken city, Jerusalem;
And the King gave him leave to depart
That he might rebuild the city.
So he went, with a few, to Jerusalem,
And there, by the dragon's well, by the dung gate,
By the fountain gate, by the king's pool,
Jerusalem lay waste, consumed with fire;
No place for a beast to pass.
There were enemies without to destroy him.
And spies and self-seekers within,
When he and his men laid their hands to rebuilding the wall.
So they built as men must build
With the sword in one hand and the trowel in the other.

 

V
O Lord, deliver me from the man of excellent intention and
impure heart: for the heart is deceitful above all things, and desperately wicked.
Sanballat the Horonite and Tobiah the Ammonite and Geshem
the Arabian: were doubtless men of public spirit and zeal.
Preserve me from the enemy who has something to gain: and
from the friend who has something to lose.
Remembering the words of Nehemiah the Prophet: "The trowel in hand, and the gun rather loose in the holster."
Those who sit in a house of which the use is forgotten: are like
snakes that lie on mouldering stairs, content in the sunlight.
And the others run about like dogs, full of enterprise, sniffing
and barking: they say, "This house is a nest of serpents, let us destroy it,
And have done with these abominations, the turpitudes of the
Christians." And these are not justified, nor the others.
And they write innumerable books; being too vain and distracted
for silence: seeking every one after his own elevation, and dodging his emptiness.
If humility and purity be not in the heart, they are not in the
home: and if they are not in the home, they are not in the City.
The man who has builded during the day would return to his
hearth at nightfall: to be blessed with the gift of silence, and doze before he sleeps.
But we are encompassed with snakes and dogs: therefore some must labour, and others must hold the spears.


VI


It is hard for those who have never known persecution,
And who have never known a Christian,
To believe these tales of Christian persecution.
It is hard for those who live near a Bank
To doubt the security of their money.
It is hard for those who live near a Police Station
To believe in the triumph of violence.
Do you think that the Faith has conquered the World
And that lions no longer need keepers?
Do you need to be told that whatever has been, can still be?
Do you need to be told that even such modest attainments
As you can boast in the way of polite society
Will hardly survive the Faith to which they owe their significance?
Men! polish your teeth on rising and retiring;
Women! polish your fingernails:
You polish the tooth of the dog and the talon of the cat.
Why should men love the Church? Why should they love her laws?
She tells them of Life and Death, and of all that they would forget.
She is tender where they would be hard, and hard where they like to be soft.
She tells them of Evil and Sin, and other unpleasant facts.
They constantly try to escape
From the darkness outside and within
By dreaming of systems so perfect that no one will need to be good.
But the man that is will shadow
The man that pretends to be.
And the Son of Man was not crucified once for all.
The blood of the martyrs not shed once for all,
The lives of the Saints not given once for all:
But the Son of Man is crucified always
And there shall be Martyrs and Saints.
And if blood of Martyrs is to flow on the steps
We must first build the steps;
And if the Temple is to be cast down
We must first build the Temple.



Nota 1:
Hay un poema de T. S. Eliot del mismo año y con el mismo título, que no desarrolla in extenso los Coros que están en la obra teatral.

Nota 2:
Tal vez no venga mucho al caso. Tal vez. Pero, por extraño que pudiera parecer, en mayo de 2011, en la Catedral de Buenos Aires, el Centro Cultural Charles Péguy -entiendo que estrechamente asociado a Comunione e Liberazione- leyó la obra de Eliot. Podría no parecer tan extraño, tal vez, si se atiende al hecho de que el fundador de Comunión y Liberación, Mons. Luigi Giussani, desarrolló un extenso análisis en una sesión de lectura de la obra y conferencia para estudiantes universitarios en 1982.




jueves, 9 de octubre de 2014

Uno y otro


Entonces estarán dos en el campo: el uno será tomado y el otro será dejado;
dos mujeres molerán en un molino: la una será tomada y la otra será dejada;
(dormirán dos en un lecho: el uno será tomado y el otro será dejado.)


Catena Aurea, San Mateo, 24, 40-41



No solamente no sabemos cuándo
la cosecha que tiene prometida
recogerá su fruto y, cada vida,
en el tiempo feroz que va llegando,
se irá en gavillas o se irá quedando,
sobre una tierra ajada y preterida.

No es tanto el tiempo (aunque lo estoy mirando...):
es la Mano que viene cosechando,
la que todo perdona y nada olvida,
la que a uno toma y a otro va dejando...

A esa Mano tengo el alma asida,
esperando, esperando y esperando...

¿Cuál de los dos seré en esa partida?




martes, 7 de octubre de 2014

Juan y María



Hace unos cuantos años publiqué, en un libro sobre G. K. Chesterton y entre otros textos suyos en antología, un ensayo que siempre me gustó.

El libro anda por allí medio agotado y el ensayo que puse en aquella bio-antología provenía de un libro póstumo de Chesterton, El hombre común.

Hoy, en la conmemoración de Lepanto, dejo como regalo esa boda celeste, si acaso, que no terrestre, que tanto le gustaba a Chesterton.






lunes, 6 de octubre de 2014

¿Por qué no te callas?



Entre otros, hay un monasterio en Monte Athos: Vatopediu o Bατoπαiδíoυ, como prefiera. Es el segundo en importancia de los 20 que hay en la que llaman la Montaña Sagrada.

El nombre griego es una palabra compuesta de arbusto y niño y viene de un episodio que se narra en las tradiciones del monasterio: allá por los fines del siglo IV, un hijo del emperador Teodosio el grande se cayó de un barco y fue rescatado por la Theotokos y llevado sano y salvo a la costa, donde se lo encontró durmiendo junto a un arbusto, no muy lejos del lugar donde estaría más tarde el monasterio. Con el tiempo, los monjes pintan un ícono que homenajea a la Virgen por ese rescate milagroso.

No sabría yo esto si una de mis hermanas no me hubiera traído de Rusia lo que ellos por allí llaman kartiny, esto es, una reproducción de un ícono. El que ilustra la cabeza de esta entrada es precisamente el que me regaló.

Me llamó la atención especialmente la mano de ambos, Madre e Hijo. No soy un experto en iconografía mariana, y menos en la oriental u ortodoxa, pero alguna poca cosa sé y esa pose no la había visto nunca.

La busqué y no tardé mucho en saber que era una de las siete imágenes milagrosas de la Virgen que hay en aquel monasterio que digo. A ésta se la conoce y se la venera como Panagia Paramythia, que es como decir Nuestra Señora de la Consolación o del Consuelo.

Pregunté de dónde venía aquella figura que, en efecto es una versión rusa (probablemente del siglo XVIII) de su original griego. Mi hermana no sabía.

Averiguando por mi cuenta supe entonces que el ícono original, aquel del homenaje al milagro del niño en el arbusto, no tenía cuando fue pintado la posición de las manos que le veía a esta imagen y que me había llamado la atención.


El asunto es que la tradición cuenta que a principios del siglo IX, una mañana, unos piratas acechaban a los monjes, agazapados en las costas y esperando para saquearlos, no bien abrieran las puertas después de rezar Maitines. El superior de los monjes, concluido el oficio, se queda rezando y ve y oye que el ícono se mueve y habla, más precisamente la Virgen, que le advierte, más o menos con palabras similares a éstas: "No abran las puertas hoy, vayan a las murallas y defiéndanse y echen a los piratas que los están esperando para saquearlos..."

El monje ve, entretanto, que el Niño mueve también su brazo y tapa la boca de su Madre, mientras le oye decir: "No los adviertas, Madre, que son un rebaño flojón y pecador. Que bajo la espada de los piratas padezcan un poco la penitencia que merecen..."

Pero el monje ve todavía un movimiento más. La Madre toma la mano del Niño y apartándola apenas (que es lo que se ve en el ícono) repite entonces su advertencia. Lo que salva a los monjes del saqueo, claro.

El milagro se conmemora el 21 de enero y cada viernes a la tarde, antes de la Divina Liturgia, cuando los monjes rezan sus cánones de agradecimiento y súplica ante el ícono, junto al cual hay una lámpara siempre encendida.

Según la tradición, el ícono conserva desde aquella ocasión los cambios en las figuras, y la Virgen y el Niño quedaron en las poses que hoy se ven, y que es lo que precisamente me había llamado la atención.

Pero.

Después de conocer el asunto que está detrás de la imagen muy admirada en el mundo ortodoxo, me llama la atención otra cosa más rara todavía.

No tanto la advertencia de la Virgen a los monjes. No tanto la advertencia severa del Niño a su Madre y el gesto de dura reprimenda a la Madre, tapándole la boca, y a los monjes librándolos a la pena del saqueo por su flojera y sus pecados. Mucho menos que el ícono se mueva y las figuras cambién de posición y gesto. O siquiera que hablen con el monje.

La actitud de la Virgen tras la amonestación del Niño es, creo, lo más sorprendente.

Y siendo los tiempos que son, la oportunidad de este kartiny sobre mi mesa me resulta grandemente extraña y significativa.





viernes, 3 de octubre de 2014

Espejito, espejito





Mire, vea...: encontré en un antiguo manual de "Hágalo Usted mismo" un ejercicio de lo más interesante para días de tormenta como el de hoy, for instance.

Haga lo siguiente: búsquese una cara, cualquiera, la que tenga más mano y más bronca le dé (tiene que ser así para que el ejercicio rinda su fruto espiritual...)

El ejemplo que ilustra estas instrucciones es sólo a título de ilustración y no supone una sugerencia ni excluye en modo alguno caras peores. 

No sea trivial: nada de elegir la cara del Muñeco Gallardo o la de Juan Román Riquelme.

Elija con elegancia y con altura, póngale un precio alto al asunto. Por dos pesos, ni se moleste.

Ahora, ¿ya eligió? Fenómeno..., vayamos a la fase 1.

Mire bien la cara elegida. Con penetración, detenidamente, casi a punto de éxtasis, casi en el punto alfa.

Hágase uno con la cara elegida hasta que ya no sepa quién es usted y quién no es usted. Que todo usted esté en el todo de la cara elegida.

Una vez hecho lo antedicho, repítase con insistencia: "yo soy eso". (Atención: no caiga en la trampa frecuente del subterfugio y la gambeta: hágase cargo absolutamente de todo, sí: d-e t-o-d-o..., ni un gramo menos, ya tenga usted algo que ver con esa cara, ya crea que no tiene nada que ver con ella.)

Cuando crea que la frase ya es parte de su osamenta, pase a la fase 2.

Ya en la fase 2, sin dejar de mirar la cara elegida, incorpore la consigna: "eso es eso porque yo soy yo". Repítala hasta que se forme una masa homogénea. O hasta que usted entienda, lo que sea primero.

Deje reposar el espíritu en esa consigna hasta que crea haber entendido que hay una causalidad de hierro que no lo deja escapar. Puede mirar la cara y matizar con la expresión: "espejito, espejito..."

No se ponga nervioso, aplaque, con respiración rítimica y honda, la ansiedad, la angustia, el asco o cualesquiera otras reacciones resultantes del shock anímico que le produce la contemplación indicada (en la literatura específica se han relatado algunos casos de breve locura súbita y brotes psicóticos pasajeros en espíritus muelles o blandengues...)


Una vez conseguido el entendimiento de la cuestión, no deje de mirarlo con atención y espere las instrucciones de las fases 3 y 4.

Si advierte que no ha entendido, repita los pasos de estas instrucciones para alcanzar los resultados requeridos para las fases 1 y 2.