jueves, 13 de noviembre de 2014

Milagro difícil




Vladímir Yegórovich Makovsky, artista ruso, realista, pintó en 1887 este óleo al que llamó Milagro en Caná (o algo parecido: Чудо в Кане...), y fue más o menos en tiempos en que ya comenzaba a ser socialista activo. Murió en 1920, con lo que apenas derivó en la revolución bolchevique.

Estuve buscando una pintura sobre las Bodas de Caná porque se me ocurre que es un episodio tan fácil como difícil de mostrar plásticamente. Y, hasta donde veo, efectivamente así es. O por lo menos a un servidor no lo conforma del todo ninguna de las cosas que vio.

No que no haya cosas que ver y algunas interesantes; sin embargo, mientras buscaba, me quedé con este cuadro, provisoriamente, más que nada por el clima: por el fondo, esas gentes bajo ese alero, por esa figura secundaria pero fuerte de la Virgen, como en un confiado segundo plano.

Pero, en éste como en otros que miré, es notable más bien lo que falta que lo que hay. En lo que a mí respecta, basta con leer el pasaje en las Visiones y Revelaciones de Ana Catalina Emmerick para darse cuenta de que el pasaje del evangelio de san Juan (2, 1-11) que relata el asunto es todavía mucho más significativo de lo que uno podría creer (*).

Y quién sabe si de allí tal vez no le venga la dificultad a la hora de pasar al lienzo.

No imagino el modo como el relato de la vidente alemana pudiera hacerse cuadro. Debería tener tantos matices y detalles, debería ser tan dinámico que no creo que pudiera ser solamente un cuadro, salvo que fuera uno en movimiento.

Y después, como si ya no fuera demasiado con lo menos, está lo más: el retrato de Jesús que de ese texto surge.






Y no, mi estimado: no se crea que este comentario es nada más que una apostilla sobre plástica y óleos. Ni tampoco una curiosa búsqueda de curiosidades biblícas (que están o no en la Biblia...)


No.


Lea bien.




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(*) Si me permite sugerir, son los capítulos del X al XII los que cuentan.