Y vi nacer tu voz y te veía
como un ave de luz bajo la sombra
de la noche, que en vilo nos tenía.
Y vi nacer tu voz y vi que había,
en el ángel lucido que te nombra,
manantiales de amor y mi alegría.
Danza tu voz ahora y la mañana,
en arabescos tibios y sutiles,
se mece en tu donaire de pavana.
Danza tu voz y una dulzura arcana
en acordes soleados y gentiles,
me deja tu perfume de manzana.