lunes, 8 de diciembre de 2014

Tandil


Yo vi tu nombre en flor entre retamas
y fue el nombre de un mundo inaugurado.
Y fue un día feliz, serrano, quieto,
que sembraste en mis huesos y en mis ojos.
El aire, que me aroma la memoria,
se parece en lo suave a serranías
que laten en tu nombre y en la altura,
un silencio de piedra tersa y clara.
Voy cada noche por la yerbabuena
que tus lomas exhalan mientras duermes
y en vigilia te miro y te cortejo.
Y ya sin tiempo entonces soy tu nombre,
con una antigüedad que está en mi sangre
y quedará mientras tu nombre exista.