martes, 31 de marzo de 2015

En un feca


Queda bien hacerse el inteligente diciendo cosas como que el demoníaco Baudelaire era más cristiano que muchos catolicones de su tiempo (y de antes o después), que Nietzsche era un hombre en el estadio religioso o que Kierkegaard y santo Tomás eran hermanos de leche.

Esas mismas cosas las han dicho gentes que fueron ciertamente sabios y de veras inteligentes. Y no han hablado mal, a mi sabor, y creo además que han fundado con donaire sus proposiciones ríspidas.

El problema son los repetidores, ¿sabe, cumpa? Los por-boca-ganso. Hay que rajarles, mi cuate: de habitual, hablan lo que no saben y, lo que es pior: saben que no saben de qué están hablando.

Y hay que vigilarse, compañero. Llamarse al orden. Disciplinarse un poco. Hay tanta palabra suelta. Y tanto oído sediento, tanto caletre baldío y tanto okupa de mentes y corazones ajenos.

Así que: ¡guarda con el tráfico ilegal de palabras! ¡Guay del bagalleo de ideas!

Muchos no tienen ni para un feca y piden licores de lo mejor como si los fueran a pagar. Y nones: eso no se hace, eso está muy mal.


En fin.


Y ya que dije feca, le propongo un entretenimiento, si es gustoso. De paso, probamos como nos anda la sesera.

Veamos: ahora vaya y oigase primero este tanguito cantado inigualablemente por Edmundo Rivero. Después, oigalo otra vez. Si no es de esta pampa, traduzca lo mejor que pueda el lunfardo a saber.

Una vez hecho, fíjese si con la letra del tango puede escribir un ensayito, algo breve y no muy complicado, aprovechando simbólicamente la mayor cantidad posible de elementos.

Composición tema: Aproximación escatológica al estado actual de la Iglesia Católica, el occidente cristiano, el mundo bajo la luna en general y la Argentina en particular, según la hermenéutica simbólica del tango En un feca  

(Dicen que es de 1924, más o menos, y de autores anónimos en letra y música. Antonio Rodríguez Villar apunta la curiosidad lírica de que se escribió en décimas, lo que no deja de ser un alarde algo exquisito...)

Por las dudas, y si quiere un disparador (¡aghhh, la palabrota...!), aquí le dejo uno que capaz le sirva como punta del ovillo: "Nadie quiere el estandarte, si es lunga la procesión..."






_________________

Léxico básico

A lo políglotas no hay que recordarles que estandarte procede, etimológicamente, de mantente firme (stand hard!) y que lunga es préstamo itálico al lunfardo rioplatense y que significa, claro, larga.

Feca, si vamos al caso, es café.




domingo, 29 de marzo de 2015

Que todos sean 10


¡Qué cosa, mi amigo!: Hay cada pelotudez.

Por eso.

Si hay cada pelotudez por ahí con el marbete de teología o apostolado, no sé por qué esto no es teología también. Y apostolado.









miércoles, 25 de marzo de 2015

En Toledo la buena, essa villa real




Cada 25 de marzo, desde hace muchos años, recuerdo a san Ildefonso. Y el responsable de ese recuerdo es don Gonzalo de Berceo que lo pone a la cabeza de sus Milagros de Nuestra Señora, que son 25 con más una sabrosa Introducción en la que se aprende no poco de poesía, tipología y metáforas. De entre todos los 25, siempre fue mi preferido el del santo toledano.

Ildefonso vivió unos 60 años en el siglo VII español y es un gran hombre, con lo cual dio un gran santo.

Hay que conocerlo o recordarlo más. No hay desperdicio en su vida y en sus obras y no pocos le atribuyen haber dado inicio al fervor mariano que recorre todos aquellos siglos medievales.

Precisamente, en la noche del 18 de diciembre del año 665, ya arzobispo de essa villa real, fue a rezar a la Virgen con sus monjes y frailes. Y fue una semana antes de la Navidad porque entendía que la Anunciación debía estar cerca del Nacimiento y no en tiempo en que Iglesia hace penitencia, como es la Cuaresma. Para poner por obra el asunto, cambió la fecha de la fiesta y en eso estaba esa noche.

Allí es donde, dicen las Actas, apareció la Virgen, sentada en su misma cátedra episcopal, toda  esplendente de luz junto a otras santas vírgenes, y le entregó a Ildefonso una casulla milagrosa que Cristo le enviaba a través de su Madre, homenaje al que Ella se sumaba honrada y gustosa porque Ildefonso había hecho por Ella grandes servicios, además de realzar la fiesta de la Anunciación, como defender como caballero su título de Virgen.

El relato del monje madrileño, naturalizado como riojano, es tan tierno como terrible, y así lo verá quien lea lo que aquí dejo.

Pero la figura de Ildefonso no sufre por eso. Al contrario. Si acaso, Berceo pone al reemplazante de Ildefonso como una figura simbólicamente contrastante de lo que significa la fe en quienes no la tienen, la desprecian y la usan frívolamente, por más prelado que fuere uno y de alto coturno.

Ambas cosas, la devoción a la Virgen y este último asunto, son siempre actuales, aunque por razones distintas, claro. Y no sólo en España, se entiende.

Por más que la lengua en que se cuenta esta cuestión sea del siglo XIII y sea un dialecto depurado del castellano de aquellos lugares y tiempos, nada impide tomarle el sabor al asunto.

La casulla de san Ildefonso


En España cobdicio de luego empezar,       
en Toledo la magna, un famado logar,       
ca non sé de qual cabo empieze a contar       
ca más son que arenas en riba de la mar.       

En Toledo la buena, essa villa real,       
que yaze sobre Tajo, essa agua cabdal,       
ovo un arzobispo, coronado leal,       
que fue de la Gloriosa amigo natural.       

Diziénli Ildefonsso, dizlo la escriptura,       
pastor que a su grey dava buena pastura,       
omne de sancta vida que trasco grand cordura,       
que nos mucho digamos, so fecho lo mestura.       

Siempre con la Gloriosa ovo su atenencia,       
nunqua varón en duenna metió mayor querencia;       
en buscarli servicio metié toda femencia,       
facié en ello seso e buena providencia.       

Sin los otros servicios, muchos e muy granados,       
dos yazen en escripto, éstos son más notados,       
fizo d'ella un libro de dichos colorados       
de su virginidat contra tres renegados.       

Fizo'l otro servicio el leal coronado,       
fízoli una fiesta en deciembre mediado.       
La que cae en marzo, día muy sennalado,       
quando Gabrïel vino con el rico mandado,       

Quando Gabrïel vino con la messagería,       
quando sabrosamientre disso «Ave María»,       
e díssoli por nuevas que parrié a Messía       
estando tan entrega como era al día.       

Estonz cae un tiempo, esto por connocía,       
non canta la eglesia canto de alegría,       
non lieva so derecho tan sennalado día.       
Si bien lo comediéremos, fizo grand cortesía.       

Fizo grand providencia el amigo leal,       
que puso essa festa cerca de la Natal;       
asentó buena vinna cerca de buen parral,       
la Madre con el Fijo, par que non á egual.       

Tiempo de quaresma es de afflictión,       
nin cantan «Aleluya» nin facen processión;       
todo esto asmava el anviso varón,       
ovo luego por ello onrrado gualardón.       

Sennor sant Illefonsso, coronado leal,       
fazié a la Gloriosa festa muy general;       
fincaron en Toledo pocos en su ostal       
que non fueron a Missa a la sied obispal.       

El sancto arzobispo, un leal coronado,       
por entrar a la Missa estava aguisado,       
en su preciosa cátedra se sedié asentado;       
adusso la Gloriosa un present muy onrrado.       

Apareció'l la Madre del Rey de Magestat,       
con un libro en mano de muy grand claridat:       
el que él avié fecho de la virginidat;       
plogo'l a Illefonsso de toda voluntat.       

Fízoli otra gracia qual nunqua fue oída:       
dioli una casulla sin aguja cosida;       
obra era angélica, non de omne texida,       
fablóli pocos vierbos, razón buena, complida.       

«Amigo, -dísso'l- sepas que só de ti pagada,       
ásme buscada onrra non simple, ca doblada:       
fecist de mí buen libro, ásme bien alavada,       
fecístme nueva festa que non era usada.       

A la tu Missa nueva d'esta festividat,       
adúgote ofrenda de grand auctoridat:       
cassulla con que cantes, preciosa de verdat,       
oy en el día sancto de Navidat.       

De seer en la cátedra que tú estás posado,       
al tu cuerpo sennero es esto condonado;       
de vestir esta alva a ti es otorgado,       
otro que la vistiere non será bien hallado.»       

Dichas estas palabras, la Madre glorïosa       
tollióseli de ojos, non vío nulla cosa;       
acabó su officio la persona preciosa       
de la Madre de Christo, crïada e esposa.       

Esta festa preciosa que avemos contada       
en general concilio fue luego confirmada:       
es por muchas eglesias fecha e celebrada,       
mientre el sieglo fuere non será oblidada.       

Quando plogo a Christo, al celestial Sennor,       
finó Sant Illefonsso, precioso confessor;       
onrrólo la Gloriosa, Madre del Crïador,       
dio'l gran onrra al cuerpo, a la alma muy mejor.       

Alzaron arzobispo un calonge lozano,       
era muy sovervio e de seso liviano;       
quiso eguar al otro, fue en ello villano,       
por bien non gelo tovo el pueblo toledano.       

Posóse enna cátedra del su antecessor,       
demandó la cassulla que'l dio el Crïador;       
disso palabras locas el torpe peccador,       
pesaron a la Madre de Dios Nuestro Sennor.       

Disso unas palavras de muy grand liviandat:       
«Nunqua fue Illefonsso de mayor dignidat,       
tan bien so consegrado como él por verdat,       
todos somos eguales enna umanidat.»       

Si non fuesse Sïagrio tan adelante ido,       
si oviesse su lengua un poco retenido,       
non serié enna ira del Crïador caído,       
ond dubdamos que es ¡mal peccado! perdido.       

Mandó a los ministros la casulla traer       
por entrar a la Missa, la confessión fazer,       
mas non li fo sofrido ni ovo él poder,       
ca lo que Dios non quiere nunqua puede seer.       

Pero que ampla era la sancta vestidura,       
issióli a Sïagrio angosta sin mesura:       
prísoli la garganta como cadena dura,       
fue luego enfogado por la su grand locura.       

La Virgen glorïosa, estrella de la mar,       
sabe a sus amigos gualardón bueno dar:       
bien sabe a los buenos el bien gualardonar,       
a los que la dessierven sábelos mal curar.       

Amigos, a tal Madre aguardarla devemos:       
si a ella sirviéremos nuestra pro buscaremos,       
onrraremos los cuerpos, las almas salvaremos,       
por pocco de servicio grand gualardón prendremos.








viernes, 20 de marzo de 2015

Ángeles


Dicen que, en marzo y en septiembre, iguales
son la luz y la noche alguna vez.
Juegos del aire, ritmos celestiales.
Sencilleces de luz y exquisitez.
Esos meses, que juegan ajedrez
con enroques de hojas, magistrales,
nos regalan en luz la desnudez
de los borgoñas y ocres otoñales,
trapichando en invierno la niñez
de los verdes en flor primaverales.
Dicen que son los ciclos naturales.
Yo no soy docto, ni hombre sabio o juez,
pero digo, llegando a mi vejez,
que son cosas del todo angelicales.



martes, 17 de marzo de 2015

Décimas josefinas


Te vi cuando caminabas
bajo el sol por el desierto.
Te vi de noche despierto,
vi la Luz que acompañabas.
Vi que llorando cantabas,
y tu silencio escuché.
Y de verte, te miré
y vi cuánto te quería
esa Doncella María
que te llamaba José.

Te vi jugando en la arena
con un Niño, todo de oro,
y vi con cuánto decoro
le diste una vida buena.
Vi tu mirada serena,
más que entendiendo, con Fe.
Y vi que tu vida fue
dar tu vida por el Niño:
dar reverencia y cariño,
eso se llama José.




domingo, 15 de marzo de 2015

Jauja


In memoriam
Leonardo Castellani
1981 - 15 de marzo - 2015


Esto es jauja, Leonardo: no la tuya.
Es otra jauja gris, descangallada,
que es hija de una sucia canallada
y espera un fiolo que la prostituya.
Esta jauja ya es puta reputada,
pone jeta de otaria y aleluya,
y no tiene más rey que la biyuya 
que fluya mal habida y bien robada.
Esta jauja que acusa este lunfardo
tiene espinas que hieren como el cardo
y que tanto te hirieron en la vida.
Esta jauja no es Jauja: es una herida
por la que sangra Jauja dolorida
y con ella, nosotros, ay Leonardo...


 

viernes, 13 de marzo de 2015

Es hora de irse


La frase es común. Es una de esas frases que pueden aparecer al final de una visita, por ejemplo.

Salvo que la vida nos vaya en esa frase.

La vida hacia atrás, que importa tanto al irse, claro. La vida hacia adelante, también. En cualquier caso, una vida que uno sabe cuánto importa cuando es hora de irse.

El contexto, el motivo, la intención, la circunstancia. ¡Cómo hacen que una simple frase común tenga una fuerza distinta, un sabor terrible!

*   *   *

Hace un tiempo, me ocupé de buscar paisajes y ambientes de mis raíces, todas itálicas: Parma y Piamonte, Abruzos y Basilicata. Por gusto, por amor, por nostalgia de lo tan propio nunca visto y que no sé si llegaré a ver.

Conozco sus historias de ellos con mayor o menor detalle. Creo saber lo suficiente de los motivos y de las circunstancias de cada una de mis raíces, los motivos por los que ya no estuvieron allá y con eso haber hecho que un servidor fuera sembrado aquí, finalmente.

Y fue así que al mirar aquellas tierras y cielos apareció la frase: es hora de irse.

La habrán pensado ellos y tal vez la dijeron o se las dijeron. A cada uno. Cada uno.

Es hora de irse.

Dejar todo e irse. Ya es hora.

No sabrían qué sería del final del camino.

Pensarían volver. Querrían.

No suena igual irse si uno piensa en volver. No es lo mismo decirlo si uno quiere volver. No resuena igual si sabe que no volverá. O que no quiere volver, como fue el caso de uno de ellos.

Lo cierto es que, lo quisieran o no, jamás volvieron.

Ninguno de ellos. Jamás.

No sabían, no podían imaginar entonces, qué significaba ni es hora, ni irse.

Y tal vez llegaron a saberlo al final. Tal vez.

*   *   *

Irse así es un modo muy especial de irse. Haber llegado la hora de irse, así, en esos casos, se me hace que es una dimensión muy especial del tiempo, tanto como del espacio. No significa lo mismo la distancia cuando uno dice es hora de irse al colegio, a lo de mis abuelos, es hora de irse de vacaciones, es hora de irse a dar la vuelta al mundo. Y no se dice igual es hora de cosechar, es hora de comer, es hora de dormir que es hora de irse, cuando irse es eso, es así, es esa distancia. Cuando es hora significa un tiempo así.

Recordé poemas de terribles saudades de Rosalía de Castro y tantas canciones napolitanas de los que ven alejarse la costa porque llegó la hora de irse.

*   *   *

Mirando aquellas tierras, recorriendo con el corazón más que nada aquellos valles y ríos, unos pocos llanos, torrentes y bosques y lagos, viñedos y trigales, muchas sierras y colinas y montes, sentí de pronto una punzante sensación de hermandad con mi sangre, con ellos.

Vi lo que habían visto cuando dijeron, cuando oyeron: es hora de irse.

Pero no sólo saber lo que habían sentido.

Sino también saber.

¿Cuándo sería que dijera yo mismo es hora de irse? ¿Lo diré? ¿Tendré que decirlo? ¿Por qué diría es hora de irse? ¿Cómo lo diría? ¿De dónde estaría yéndome? ¿Hacia dónde? ¿Pensaría volver? ¿Podría? ¿Querría?

Emigrar puede ser una acción para la sociología o la política. Y un emigrante puede ser un dato político o sociológico. Pero un emigrante que emigra, que tiene que, que se dispone finalmente a irse, que se va, no es un dato. Es otra cosa.

Es hora de irse, entonces, se vuelve un dictamen, un propósito, una salida en un camino sin salida, un puerto en un mar desconocido, un puerto de partida y un puerto de llegada en un mar igualmente ignoto.


Claro que.

A veces, es hora de irse, así dicho, con todo y su impronta espacial, con toda su carga de distancia, no significa trasladarse.

A veces, es hora de irse puede ser una comanda temporal.

Irse de una hora, de un tiempo, de un eón.

Y no parece que las cosas cambien demasiado si ha de irse uno de un tiempo o de un lugar.

*   *   *

Al fin, mientras miraba otra vez aquellos lares de mi sangre, vi que es hora de irse tiene aún otro sentido, tan real como los demás. Y más.

En los últimos tiempos, sobre todo, he tenido que ver irse a algunos a los que les llegó la hora de irse. Y aun en estos días voy viendo también a algunos otros a los que una voz les va diciendo, prístina y neta: es hora de irse.

Y ahí sí que la hora de irse ya no es tiempo ni espacio. Ni nada.

Ya no.

No aquí al menos. No bajo estos cielos, no en esta tierra.






jueves, 12 de marzo de 2015

Morir de amor (III)


Mucho antes de conocer a Romeo y Julieta (y a Tristán e Iseult, de los que habré de decir algo otro día), conocí la historia de Hjalmar e Ingeborg.

Hace 50 años exactamente, un accidente callejero hizo que durante muchos meses no pudiera hacer otra cosa que leer. Niño era entonces y varios libros preciosos recibí en esos días y entre ellos uno de leyendas con muy sugestivas estampas y dibujos.

Había una historia fascinante de vikingos (leyenda escandinava, decía) y allí estaban Hjalmar, invencible héroe sueco, y su enamorada Ingeborg.

Las historias de Yngvi -rey vikingo de Upsala y padre de Ingeborg en las sagas- y las de su familia; la saga alrededor de Tyrfingr, la espada maldita que forjaron los enanos Dvalin y Durin (y que fue la que terminó con la vida de Hjialmar cuando se batió a duelo por su amada), así como otras historias y leyendas de esas tierras nórdicas, las conocí un poco después.

En la historia más antigua, Ingeborg muere al conocer la noticia de la muerte de su amado en combate singular con su oponente Angantyr, que es quien carga la espada maldita. Angantyr muere primero, pero Hjalmar fue herido de muerte y muerto es llevado hasta Ingeborg. Ella recibe sólo el anillo de su amado y, al recibirlo, muere. Descansan juntos, al fin, en un mismo túmulo.

De hecho, trasmutadas y reelaboradas, algunas de esas leyendas vi cuando llegué a Tolkien; y más después, leyéndolas a ellas mismas, no como fuentes de las obras del inglés, sino en Snorri Sturlusson y otros.

No hace mucho encontré un trabajo, precisamente, en el que intervino Christopher Tolkien, en 1956. Y es nada menos que una traducción de la Hervarar saga ok Heiðreks, donde Tolkien hijo escribe una Introducción filológica y erudita.

*   *   *

Visto a la distancia, y ahora que los recordé, me resulta curioso que nadie hable -ni mucho ni poco- de Hjalmar e Ingeborg.

Será la lejanía nórdica, será la dificultad para pronunciar nombres vikingos, será que otras figuras ganaron la cuerda del amor trágico y misterioso. No ha de ser el frío, por cierto, porque la historia es a la vez tan lírica como épica y, además de original y potente, es antigua y conserva el calor de una sólida leyenda trágica, cosas que el propio Tolkien supo ver y aprovechar mirando a los nórdicos, aunque de eso ahora no voy a decir nada.

Por algún tiempo, los románticos -ah..., infaltables- tomaron la cuestión de los amantes vikingos en varias formas, especialmente en música y pintura y algo poco en escultura.

Claro que, por lo mismo, tampoco me explico por qué se le escapó a Richard Wagner el asunto (y no sé si se le escapó o lo ignoró, aunque sé que hay daneses que compusieron ópera sobre ellos en los mismos años): la historia tiene todos los elementos que, en principio, podrían haberle interesado al alemán, incluyendo espadas maléficas, enanos, filtros o anillos simbólicos. Y algo del mundo feérico, se entiende.

Pero más allá de las exquisiteces literarias o musicales, sigue pareciéndome extraño que Hjalmar e Ingeborg no tengan un lugar más notable entre los amantes de leyenda.

Después de todo, también ellos amaron y murieron entre encantamientos, hechizos. Y venenos.




domingo, 8 de marzo de 2015

Memoria de Charles Ryder



Pocos recuerdan que la mejor novela de Evelyn Waugh se llama en realidad: Brideshead Revisited. The Sacred & Profane Memories of Captain Charles Ryder.

Y no habría que olvidarlo.

Creo que así como John Tolkien miró los asuntos altos y bajos desde la perspectiva de un hobbit, también Waugh eligió un punto de vista para narrar y juzgar los asuntos que trata en su obra. Y allí está Charles Ryder.

Y son varios asuntos los que pasan por adelante de los ojos y el corazón del protagonista. No uno solo: varios. Y todos importantes. Y entre todos, los que se refieren al capitán no son los menores.

No es novedad que el nudo de esas páginas hay que buscarlo precisamente en aquella escena donde se lee un pasaje de una de las historias en The Innocence of Father Brown, de G. K. Chesterton, The Queer Feet, que es aquel que dice:
I caught him, with an unseen hook and an invisible line which is long enough to let him wander to the ends of the world, and still to bring him back with a twitch upon the thread.
Y por cierto que el hilo de Dios es el hilo principal de la novela.


Principal, sí. No único. Ni mucho menos. Y así como en la otra punta del hilo están unos y otros, está en muchos sentidos antes Charles Ryder y con él está lo que él representa en la novela.


¿Por qué lo digo?

Mire, mi estimado: Brideshead Revisited. The Sacred & Profane Memories of Captain Charles Ryder apareció en 1945 y cumple ahora 70 años.

De modo que es una buena ocasión para entrarle -de nuevo o por primera vez...- y ver si lo que sostiene un servidor se sostiene o no.


Como fuere, la discusión la dejamos para otro día.


Por ahora, estoy celebrando el cumpleaños de Charles Ryder.


Feliz cumpleaños, capitán. 





sábado, 7 de marzo de 2015

El Verbo, el verbo


Santo Tomás de Aquino murió el 7 de marzo de 1274.

No tengo que elegir ahora una obra, ni una frase. Ni un episodio de su vida.

Pero hace muchos años ando con este texto de la Suma contra Gentes sobre mi escritorio, en mi memoria, en mis trabajos.

Y es el que elijo ahora, 741 años después, para recordarlo.
Nam sicut verbum nostrum in mente conceptum invisibile est, exterius autem voce prolatum sensibile fit; ita verbum Dei secundum generationem aeternam in corde Patris invisibiliter existit, per incarnationem autem nobis sensibile factum est. Unde Verbi Dei incarnatio est sicut vocalis verbi nostri expressio. Expressio autem vocalis verbi nostri fit per spiritum nostrum, per quem vox verbi nostri formatur. Convenienter igitur et per Spiritum Filii Dei eius carnis formatio dicitur facta.

Pues así como nuestro verbo, concebido en la mente, es invisible, pero se hace sensible manifestándolo externamente con la voz, así también el Verbo de Dios existe invisiblemente en el corazón del Padre según la generación eterna, y por la encarnación se hizo sensible para nosotros. De donde la encarnación del Verbo de Dios es como la expresión vocal de nuestro verbo. Ahora bien, la expresión vocal de nuestro verbo se realiza por nuestro espíritu, por el cual se forma la voz de nuestro verbo. Según eso, también se dice convenientemente que la formación de la carne del Hijo de Dios se hizo por el Espíritu.

(Contra Gentes, Libro IV, capítulo XLVI, Quod Christus natus est de Spiritu Sancto, Cristo nació del Espíritu Santo)

Si no me hubiera enseñado otra cosa, santo Tomás me enseñó eso y, a mi entender, allí está todo lo demás, si bien se mira. De la metafísica a la moral, de la teología del Uno y Trino a la lingüística.


Mors et vita in manu linguæ, dice la Vulgata que dice el Libro de los Proverbios (18, 21).  Mors et vita in manibus linguæ cita san Benito en el capítulo 7 de su Regla para los monjes.

Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado, dice el mismo Verbo en el evangelio de san Mateo (12, 37).


Y todo eso es bastante más que una simple recomendación o una severa admonición.




jueves, 5 de marzo de 2015

Fin de marzo


Un día, cuando marzo se retire,
el otoño vendrá con voz de luna,
con su fragua de cielos y de hojas,
y un viento suave y una luz ausente.
Ese día será el del fuego nuevo:
Y habrá calandrias tímidas, dormidas,
soñando un verde que vendrá en agosto
cuando vuelvan el sol y las abejas.
Marzo se irá y abril, que está llegando,
ya es todo miel, frescura silenciosa,
tierra que en mayo me dará su frío.
Un día, cuando marzo se retire,
vendrá el otoño con su voz de luna
y su quietud dorada. Y mi contento.



miércoles, 4 de marzo de 2015

La altura de un hombre


Juana era una mujer silenciosa, pero buena para conversar: sabía oír. Y lo que es más: oía.

Laboriosa y pulcra, la recuerdo con una sonrisa callada y una mirada inquieta que, cuando se detenía en alguno, miraba directamente a los ojos, penetrante.

Murió para el tiempo de la guerra en las Malvinas. Era mi madrina. Y mi abuela materna. Nadie hacía los tallarines caseros como ella: eran de una medida imposible por lo fina y de una textura y sabor inhallables hoy. Aunque ella amasaba con naturalidad, solían ser el regalo pedido por muchos: hacéme unos fideos... Y el estofado, aromado, intenso, infaltable: la corona condigna de semejante obra de arte.

Era argentina y su sangre venía de los Abruzos, de campesinos por generaciones.

Aquí, en el campo, hacía tantas y tales cosas (todas muy femeninas, de matrona campesina) que una mujer de este tiempo no podría soportar fácilmente. Ni difícilmente, creo. Había milenios en esas manos. Alguna que otra historia ya conté en estas páginas.

Días atrás, hablando con mi madre de cosas de familia y del clima, todo a la vez, me contó que Juana usaba una frase que solía repetir al despertar a sus dos hijas menores (mi madre es la anteúltima de ocho), especialmente en el verano.
-Vamos, arriba, vamos... Que el sol ya tiene la altura de un hombre y ya regué dos veces el patio... ¡Arriba, vamos!
El patio era de tierra, se entiende. Y el calor del día y la poca lluvia le hacían necesario mantenerlo sin polvo y lo más fresco que se pudiera, desde el alba.

El sol ya tiene la altura de un hombre. 

Bonita medida astronómica. Bonita forma de medir el tiempo en el espacio.

Protágoras estaría furioso con la confusión de las consignas: ¿el hombre mide al sol o el sol al hombre?, ¿el tiempo tiene la medida del hombre o el hombre es apenas el testigo de un hecho tan cierto como la luz del sol que trepa ineluctablemente por el cielo? Ja...


¿Relojes? Claro, relojes, sí... ¿Para qué?

¿Qué hora es?

El sol ya tiene la altura de un hombre.





martes, 3 de marzo de 2015

Más es menos


-Una cosa menos, decía ella.

-Una cosa más..., murmuraba él, cada vez que ella decía una cosa menos.


Así lo oí siempre. Y parece que así habrá sido. O parecido habrá sido.

Es uno de esos asuntos de familia, un cuento de familia. Ella era María, mi abuela paterna del Piamonte. Él era Victorio, de Parma, su marido.

A ella la vi poco, murió cuando cumplí cuatro años, unos meses después. Él murió en el mismo año en que se conocieron mis padres, casi una década antes de nacer un servidor.


*   *   *


Hace años que pienso en esa cuestión.

La frase (una cosa menos...) me dicen que la usaba ella al terminar un asunto, al pasar un problema, al volver de alguna visita de compromiso, al pagar la última cuota de algo, al final de un día agitado. Una cosa menos equivale a ya está, a listo. A se terminó este asunto. Un poco menos a nos sacamos esto de encima, y casi nada equivalía a todo esto se ha cumplido.

Pero era tan amplio el uso que también significaba algo hacia adelante. Algo menos por venir. Una acumulación de pasado y a la vez de futuro. Esto se terminó, ahora viene aquello otro. Queda menos adelante. Y así hasta que se cumplan los días y los trabajos de estos días mundanales. Era una frase diría que enérgica, animosa. Como festiva, si acaso. Para animar, para empujar. Para seguir. No tenía nada de voluntarista o fatal.


¿Y él? ¿Y una cosa más?

Del silencioso Victorio se sabe menos. Reservado. Taciturno, aunque alegre.

Una cosa más.

¿Una cosa menos es en realidad una cosa más?

Parece que es según se hace la cuenta. Parecería.

Parece que en ese caso es mirar la acumulación de pasado, mirar una cosa más atrás, más que la espera de lo porvenir, una vez removido el obstáculo de lo que ya es una cosa menos.

No quiero en modo alguno usar las estúpidas palabras. Nada de optimista o pesimista. Uno u otro. No.

Pero.

Es verdad que no da lo mismo contar menos esperando implícitamente más, que contar más esperando implícitamente todavía más.

¿Hay más Providencia en una cosa menos que en una cosa más?

No creo. En cualquier caso, ambas son finalísticas (palabra fea...)

Más o menos dicen a su modo del fin. Dice de un término, de un cumplimiento y acabamiento.

¿Así lo dirían? ¿Eso diría cada uno diciendo lo suyo? ¿Sabrían lo que decían?

No lo sé. Ni importa mucho.

Eso es una cultura, al final.


*   *   *


Hace años que pienso en el asunto.



Y uso las dos. Claro.