martes, 16 de junio de 2015

El odioso


Le moi est haïssable. Vous Miton le couvrez, vous ne l'ôtez point pour cela. Vous êtes donc toujours haïssable.

Point, car en agissant comme nous faisons obligeamment pour tout le monde, on n'a plus sujet de nous haïr.

Cela est vrai, si on ne haïssait dans le moi que le déplaisir qui nous en revient. Mais si je le haïs parce qu'il est injuste qu'il se fasse centre de tout, je le haïrai toujours.

En un mot le moi a deux qualités. Il est injuste en soi en ce qu'il se fait centre de tout. Il est incommode aux autres en ce qu'il les veut asservir, car chaque moi est l'ennemi et voudrait être le tyran de tous les autres. Vous en ôtez l'incommodité, mais non pas l'injustice.

Et ainsi vous ne le rendez pas aimable à ceux qui en haïssent l'injustice. Vous ne le rendez aimable qu'aux injustes qui n'y trouvent plus leur ennemi. Et ainsi vous demeurez injuste, et ne pouvez plaire qu'aux injustes.

* * *

El yo es odioso. Lo encubrís, Miton, pero no por eso lo elimináis. Y entonces sois siempre odioso.

- De ningún modo, pues obrando como obramos, cortésmente con todos, ya no hay más motivo para que nos odien.

- Eso sería verdad si sólo se odiara en el yo el disgusto que nos produce. Pero si lo odio porque es injusto que se convierta en centro de todo, siempre lo odiaré.

En una palabra, el yo tiene dos cualidades: es injusto en sí, en cuanto se convierte en centro de todo. Es incómodo para los demás, en cuanto quiere ponerlos a su servicio: pues cada yo es el enemigo y querría ser el tirano de todos los otros. Le quitáis la incomodidad, pero no la injusticia.

De este modo, no lo hacéis más amable y simpático para aquellos que odian su injusticia. Lo hacéis amable y simpático sólo para los injustos, que no encuentran en él a su enemigo. Y así seguís siendo injusto y sólo podéis agradar a los injustos.


Blas Pascal, Pensamientos II, VI, 455


Conocido, aunque poco recordado (y en lo habitual, frívolamente entendido), este pensamiento de Pascal ilumina una vastedad casi inconmensurable de asuntos. Y de personas.

Creo que no es una exageración hermenéutica decir dos cosas al respecto.

El yo, así dicho y con las dos notas constitutivas que le atribuye el francés, será una característica del Anticristo.

Por otra parte, y por lo mismo, se puede ser en este aspecto anticrístico sin ser el Anticristo. Aun siendo lo opuesto, aun siendo anti Anticristo, y por serlo de un modo en cierto sentido anticrístico. Hasta ese punto el yo tal como lo describe Pascal es odioso.