Tuve una espina y molesta.
Un día me la quité
mientras iba por la cuesta
y allí nomás la dejé.
¿Y si pasa que la espina,
malandra para hacer daño,
hiere a otro que camina
por este mismo aledaño?
Malhaya el pobre y su suerte,
la espina lo ha de sangrar;
y aunque no es cosa de muerte,
se la tendrá que arrancar.