domingo, 8 de noviembre de 2015

Homenaje a Garcilaso de la Vega


Desde mediados del octubre que pasó, fui publicando en estas páginas catorce sonetos.

Ahora, han sido compuestos en un pequeño y sencillo volumen de homenaje, porque con ese propósito nacieron.

Cuando llegue el 14 de octubre de 2016, se cumplirán 480 años de la muerte de Garcilaso de la Vega, a quien los siglos coronaron como Príncipe de las Letras Castellanas; y con razón, pues a estas letras dio algunos de sus versos imbatibles, cosa tan difícil de lograr en la inmensidad de talento lírico puesto en lengua de Castilla.

Notoriamente más precario, y desde estos llanos del sur del mundo, va mi homenaje al autor que celebro y admiro desde que leí por primera vez los versos de su primera Égloga, una mañana de agosto de 1971, pronto para cumplir mis 15 años. Un recuerdo fácil de retener por lo imborrable.

Una de las últimas estancias de aquella Égloga que digo -y que es epígrafe en este volumen que aquí dejo-, me ha sido siempre -siempre- un modelo, y no sólo de composición.

Forma parte de este homenaje el que sean catorce los sonetos que componen este volumen, uno por cada uno de los versos que componen esa estrofa inigualable.