miércoles, 4 de noviembre de 2015

Nada es la muerte


Nada es la muerte ajada que a mi lado
ronda, en su ronda, fría y macilenta.
Nada es la muerte que, a mi lado, cuenta
el tiempo que ella cree que me ha dado.
Nada es la muerte: su punzón cuitado
apenas hiere con su herida lenta;
y no porque la muerte no lo intenta,
sino porque es intento fracasado.
Porque no importa nada esa violenta
hendidura en mi pecho acorazado
con escudo de acero enamorado,
que de tus ojos firmes se alimenta:
pues la muerte te mira y se lamenta
de que mate a la muerte el ser amado.