jueves, 18 de agosto de 2016

Nacimiento del aire


Mientras somos aquí,
como testigos del silbido del viento entre los álamos,
al refugio del aire que cimbra las acacias para nuestro contento,
el mundo, lejos, se deshace y diseca perversidades y aporías,
distrae a los inocentes, aturde a los que aman, desespera a los tristes.

Y nosotros somos aquí.

Sólo al sol,
sólo a la luz del sol,
sólo a la luz del día y la tarde sin sombras,
ciegos de sol,
con el sol que rumorea en los aromos ese rumor de abejas
que llevan el hambre temprana de las flores;
sólo a la luz del sol que hace brillar de azul la tibieza de golondrinas

recién llegadas
a estas lomas verdes de avena
y grises del invierno y sus barbechos.

Mientras somos aquí,
vimos nacer el aire de un agosto que ruge,
vimos nacer el viento que te oigo decir que morirá en septiembre
y que ya barre juncales y la laguna fría,
despertando antiguas soledades de llanura que amparan a los caminantes.

Mientras somos aquí,
somos.

Porque hoy vimos nacer el aire del viento de agosto
como un alumbramiento de esperanza,
andando en el silencio de estos surcos dormidos,
andando entre colmenas ansiosas de dulzores,
con el consuelo de la lejanía...

Mientras somos aquí,
el aire nace.

Y somos.

Lejos de aquí, ya no seremos.