jueves, 28 de septiembre de 2017

De la epifanía


Esperé que en las lunas de este mundo
el silencio del tiempo germinara;
y hasta donde tus eras encontrara,
tracé surcos de mí cada segundo.
Esperé que la siembra se hermanara
con un torrente ávido y fecundo,
como aguacero amante y furibundo
que su miel en lloviznas te donara.
Y esperé. Y esperé. De tanto en tanto,
de tiempo en tiempo, y siempre a la distancia,
soñaba el verde que a mi amor venía.
Hasta que, un día, y como por encanto,
fue un milagro de luz, sobreabundancia
de la fragancia de tu epifanía.