lunes, 9 de octubre de 2017

Del fuego


Como un incendio y nace en tu mirada,
brasa que fulge, es de tu estirpe sola:
la llama que me luce y tornasola,
la estrella en la que siempre estás bordada.
Eras el fuego, el sol de la amapola,
eras celeste ardiendo de dorada,
y en rescoldos de amor iluminada
eras el aire mismo de la aureola.
Y yo que a tu calor color me hacía
rojo de hierro, antorcha ya despierta,
porque en tu fragua en blanco me volvía.
Me hiciste hoguera en que tu luz se vierta,
y como un ascua en ti resplandecía:
apenas consumida, descubierta.